Los incendios de sexta generación como el de Sierra Bermeja son capaces de generar su propia meteorología. En ocasiones pueden generar nubes más propias de las tormentas que son lo que se conoce como pirocúmulos.
Víctor Resco, profesor de ingeniería forestal en la Universidad de Lleida, explica en Al Rojo Vivo este tipo de fenómenos que "hasta ahora eran raros y ahora cada vez son más frecuentes".
"Es un incendio de tanta potencia, que descarga tanta energía, que es capaz de crear su propia meteorología, su propia nube, su propia columna convectiva", explica. Estas nubes en ocasiones "pueden generar segundos focos en los incendios".
"Es como si a una chimenea le abrimos el tiro pero a una escala colosal", señala. Y advierte del problema principal que tienen estos incendios: cuando llega la noche y sube la humedad y baja la temperatura, esa nube puede desplomarse poniendo en riesgo la seguridad de todo el operativo de extinción. Por eso, destaca que es muy importante dar prioridad a "la evacuación de la gente".
El de Sierra Bermeja, en Málaga, no es el primer incendio de sexta generación que se produce en nuestro país, pero sí uno de los más virulentos. El primer incendio de esta envergadura en la Península sucedió en Portugal en 2017 y acabó con la vida de 64 personas, dejando medio millón de hectáreas calcinadas, y llegando a afectar a Galicia. También cercanos en el tiempo cabe destacar los de Ávila y Tarragona, así como el de Canarias en 2019. Otro ejemplo de estos incendios está en California, que en 2018 quemó más de 500.000 hectáreas y mató a casi un centenar de personas.
Se trata de incendios más rápidos y agresivos en los que el fuego puede superar una velocidad de 4.000 hectáreas por hora, entre seis y 12 veces la velocidad de un incendio normal. La masa de combustible es tan grande que el fuego modifica las condiciones meteorológicas, crea remolinos y tormentas. Además, superan la capacidad de extinción.
En estos incendios de sexta generación influyen diferentes factores como el cambio climático, la despoblación del medio rural, el abandono de los montes, y también la mano del hombre. Una generación de incendios difícil de controlar y que han llegado a nuestro país.
¿Cómo se combaten estos incendios?
Según el experto Víctor Resco solo hay una forma de combatirlo: "antes de que se produzca". "Es totalmente inabordable por los medios de extinción", advierte. Y es más, llama a no engañarse porque "un incendio de cuarta o quinta generación" también supera las capacidades de extinción. Cuando las llamas del incendio son de más de tres metros generan suficiente energía para que con el agua que le echemos no podamos hacer nada. "Lo que caracteriza al de sexta generación es que aún es más virulento", aclara.
"Es urgente abandonar debates estériles sobre las colillas, los eucaliptos y las recalificaciones"
Así, insiste en que se deben combatir antes, con medidas de prevención, de gestión del paisaje, mitigando e cambio climático e intentando recuperar el régimen natural de los incendios. Precisamente sobre este último punto explica que “lo que estamos haciendo apagando los incendios tan rápido es un proceso que se llama 'la paradoja de la extinción'. Ahí lo que estamos haciendo es perder la oportunidad de que pequeños incendios vayan eliminando el matorral que hay en el sotobosque y así favorecemos que haya grandes acumulaciones de combustible". "Es decir, a medida que somos más eficaces apagando fuegos estamos aumentando las probabilidades de sufrir este tipo de grandes incendios", añade.
Además, a esto se suma según Resco que tenemos abandonados los bosques, la sequía y el cambio climático, que añade aún más estrés a los bosques. Un "receta perfecta para el desastre" que está pasando estos días.
Influencia del cambio climático
Al abandono de la gestión de los montes desde 1960, se suma ahora la emergencia climática. Un estado de la atmósfera "particularmente preocupante", según el experto. "Se producen ambientes más desecantes que favorecen la aparición de estos pirocúmulos", advierte.
Finalmente, Resco da un consejo a nuestros políticos y gestores. "Es urgente abandonar debates estériles sobre las colillas, los eucaliptos y las recalificaciones e ir a las causas reales y estructurales de los grandes incendios forestales".
Lo que pase en España en el futuro depende de las decisiones que se tomen ahora. "Esto es solo el principio, estamos viendo un trailer de las películas de cómo serán los futuros incendios", sentencia.
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