Nos calzamos las zapatillas, cogemos la mochila y volvemos al cole. Niñas y niños se despiden de horas y horas al aire libre para regresar a las aulas. Por eso, porque cada vez estamos más distanciados del medio ambiente, tenemos que ayudar a los más pequeños a vincularse con la naturaleza para respetarla, inculcándoles valores relacionados con la sostenibilidad y el cuidado de su entorno.

Parece complicado desde grandes municipios y ciudades, pero es posible gracias a proyectos como Naturaliza, impulsado por Ecoembes. A través de profesoras y profesores especializados, contenidos curriculares con mirada ambiental y salidas fuera del aula se consigue ''naturalizar'' todas las etapas educativas.

Educación ambiental como forma de vida

Muchos estudiantes vuelven a las aulas en pequeños municipios, rodeados de más árboles que coches, como es el caso del alumnado del CEIP Manuel Riquelme de la pedanía alicantina de Hurchillo, en Orihuela. Joaquin Marza, director del centro, tiene claro que la educación ambiental va más allá de las aulas: ''Es un estilo de vida'', dice.

Pero en la ciudad también es posible volver al cole y no olvidarse de la naturaleza, lo saben bien en el centro madrileño de Alameda de Osuna: ''En el pueblo es más sencillo, pero en Madrid también se puede'', reconoce Jordi Martí, profesor y coordinador de Educación Primaria. "Cada uno dentro de su entorno puede hacerlo posible", apunta, y asegura que "en el día a día hay muchas cosas que se pueden hacer''.

Tirar la botella de plástico al contenedor amarillo, no arrojar un papel al suelo, aprender a cuidar y respetar el entorno, fomentar la economía circular... Pequeñas acciones que hacen que toda la comunidad educativa tome conciencia de que el cambio climático o la contaminación no es un problema de otros, ''es nuestro problema'', recuerda Martí.

Niñas y niños del programa Naturaliza en una salida.

'Naturalizando' las aulas

Más de 620 docentes y 477 colegios ya se han sumado al proyecto de Ecoembes y han convertido en transversal la educación ambiental en sus currículums lectivos. Porque nadie mejor para concienciar sobre la importancia del cuidado del planeta que maestras y maestros en la escuela.

''Naturaliza es un instrumento fabuloso para trabajar el compromiso ambiental dentro y fuera del colegio'', asegura Marza, y Martí reconoce que hace unos años solamente celebraban días concretos, pero que ahora, gracias al proyecto, la educación ambiental es transversal y está presente en todas las asignaturas, no solamente en Ciencias Naturales.

''El zumo no sale del tetrabrick, sale de las naranjas''

En la escuela de Hurchillo, en la etapa infantil hacen zumo de naranja en clase. Un detalle sin importancia para los adultos, pero esencial para niñas y niños: ''Aprenden que el zumo no sale del tetrabrick, sale de las naranjas'', explica el director.

Los ecoagentes vigilan el uso de agua y de electricidad y se plantean medidas medioambientales que llevar a cabo en el colegio de Alameda de Osuna; y en el colegio público de Hurchillo buscan las soluciones para evitar que en el año 2050 las hortalizas de un entorno cercano desaparezcan.

Un aprendizaje basado en la experiencia en el que cada persona se sienta parte del problema, pero también de la solución. El alumnado tiene que sentir que conservar los ecosistemas, reciclar, llevar a cabo un consumo responsable o cuidar el entorno es su responsabilidad: ''Si tu no lo vives y no lo sientes, ¿cómo vas a hacerlo?'', se pregunta Marza.

Huerto ecológico en el colegio Alameda de Osuna, Madrid.

El huerto ecológico: un rincón para pensar

Cinco puntos limpios, un pequeño bosque de diecisiete árboles, una cascada y un huerto ecológico. En el colegio Manuel Riquelme llevan veinticinco años educando con mirada ambiental. Por eso, su huerto es más que una zona de siembra, también es una cooperativa: 'La casita verde', se llama.

El alumnado recolecta las verduras que ellos mismos consumen y venden al comedor del colegio. La mitad de los beneficios se destina a Unicef y la otra mitad se reparte entre cada cooperativista; las cantidades son simbólicas, pero lo importante es que ''se les enseña a ser emprendedores, a ahorrar y a ser solidarios'', explica orgulloso el director.

En el colegio de Alameda de Osuna también están acostumbrados a recolectar sus propios vegetales. Es importante que sepan de dónde vienen los alimentos, pero también del trabajo que tiene sembrarlos, recolectarlos y llevarlos a su mesa.

Además, el huerto es un espacio que utilizan para que los cursos de infantil conozcan las plantas o para que los más mayores lleven a cabo algunos experimentos: ''No se trata de ir al huerto solo a plantar, sino de utilizarlo como un recurso más'', explica el docente madrileño.

Cascada del CEIP Manuel Riquelme de Hurchillo, Orihuela (Alicante).

Más allá de las aulas: ''Hacer la escuela fuera del espacio de la escuela''

A los más pequeños les encantan las excursiones. Romper la rutina y salir del aula es una actividad muy gratificante para ellos, reconocen ambos docentes. Es importante ''hacer la escuela fuera del espacio de la escuela'', como explica Joaquín.

Por eso, una buena idea es organizar salidas a la naturaleza. Durante el paseo podrán aprender sobre la flora y la fauna que les rodea, pero también sobre la importancia de no verter residuos en ella.

Ir ataviados con bolsas y guantes para recoger la 'basuraleza' que encontremos a nuestro paso, como hicieron más de trece mil voluntarios el pasado mes de junio, puede ser una buena manera de concienciar a los más pequeños de la repercusión de nuestras malas acciones sobre el medio ambiente. De esta forma, serán más conscientes de lo importante que es tirar los residuos en la papelera o en el contenedor adecuado.

Una visita a una planta de selección o recicladora también puede ser una excursión enriquecedora para conocer en primera persona el ciclo del reciclaje: desde que el envase cae en el contenedor hasta que cobra vida de nuevo convertido, por ejemplo, en otro envase, una libreta o una chaqueta.

Por ejemplo, en el colegio de Martí se analizan las etiquetas de los alimentos, crean un menú saludable o diseñan su propia casa ecológica. Las maneras de educar en ecología son infinitas. Diferentes actividades que suman experiencias, aunque, como ya sabemos, la educación ambiental va más allá: ''Una forma de entender el mundo'', insiste Marza.

El cuidado del medio ambiente ha de estar en el día a día de todas las personas, pero sobre todo, en las rutinas de los más pequeños porque ''serán las mujeres y hombres del mañana y eso es lo único que tenemos claro'', concluye Marza. Sin duda, el futuro del planeta está en sus manos.