El primer ministro nipón, Shinzo Abe, se ha comprometido a promover una sociedad donde las mujeres puedan brillar, pero en la práctica la japonesa sigue siendo una sociedad lastrada por la desigualdad, también en los ámbitos laboral y educativo.
En el caso de la universidad de Tokio, el escándalo se remonta a primavera, cuando una investigación interna a raíz de supuestas actividades corruptas halló lo que había venido siendo durante años una práctica discriminatoria contra las mujeres.
En concreto, los investigadores han concluido que las autoridades del centro inflaron la nota del hijo de un alto cargo del Ministerio de Educación y que otros hombres también se vieron injustamente beneficiados con resultados que no se ajustaban a lo que habían hecho en los exámenes.
La manipulación también se daba en el caso de las mujeres, que sufrían una falsificación a la baja de sus notas para favorecer la entrada en la universidad de sus compañeros varones. Así, los investigadores han detectado una discriminación muy grave contra las mujeres.
"Este incidente es muy lamentable. Al engañar en los procedimientos de ingreso, intentaban engañar a quienes examinaban, a sus familias, a las autoridades educativas y a la sociedad en su conjunto", ha afirmado el abogado Kenji Nakai en rueda de prensa.
Los análisis realizados a las notas muestran que las puntuaciones de los hombres, incluidos algunos que habían suspendido hasta dos veces, fueron manipuladas al alza varios puntos.
En cambio, no ocurría así con los de todas las mujeres y con los hombres que ya habían suspendido tres o más veces.
Los investigadores no han podido determinar cuántas mujeres se han visto afectadas por esta práctica fraudulenta, aunque el rastro de la manipulación se remonta al menos a una década.
La aparición de las primeras noticias sobre esta escándalo desató una ola de malestar en las redes sociales, donde se generalizaron los mensajes contra el machismo y los testimonios de quienes se sienten obligadas a cumplir determinados roles como mujer.
"Ignoré a mis padres, que me dijeron que las mujeres no pertenecían al ámbito académico, y fui a la mejor universidad de Japón, pero en las entrevistas de trabajo me dicen: Si fueras un hombre, te contrataríamos ahora mismo'", reza uno de estos testimonios. "El enemigo no eran mis padres, sino toda la sociedad", añade la joven.