Todos tenemos álbumes en nuestra casa. "Yo tengo en papel, las fotos de toda la vida", cuenta un hombre en la calle. "Tengo fotos de cuando era pequeño, pero no es como ahora", añade otro. Todas ellas son fotos que nos gusta mirar, pero que en las galerías del móvil pasarían desapercibidas.

"Acumulas y acumulas y de tanto acumular ni vives el momento ni luego ves las fotos", confiesa una chica. "En Año Nuevo me pasó. Estaba pendiente de grabar los fuegos artificiales, todos se estaban abrazando y me di cuenta de que yo no estaba abrazando a nadie", expresa otra joven. Hacemos demasiadas fotos y videos.

Bayta Díaz, psicóloga especialista en adicciones conductuales, señala que nos estamos perdiendo interacciones necesarias para el desarrollo. Estar pendientes del móvil nos impide disfrutar y recordar como lo hacíamos antes.

"Salías con amigos, ibas a alguna fiesta y no tienes ese tipo de recuerdo gráfico, solo el recuerdo de qué bien lo pasamos", recuerda un hombre en la calle. Una época en la que los buenos recuerdos estaban simplemente en nuestra cabeza. La terapeuta Ana Sánchez-Anegón explica que se están dejando recuerdos en dispositivos en vez de en la memoria. "Le quita cierto romanticismo a vivir momentos especiales", añade.

Si bien es cierto que también nos gusta ver una y otra vez aquello que nos hace feliz. "Cuando nació mi nieta, me gusta mirarla cuando empezó a sonreír...", cuenta una mujer. O cuando no podemos tenemos que conformarnos con buscar en nuestra memoria. "Cuando mi hija empezó a caminar, me hubiera gustado tenerlo", relata. Esas cosas que jamás se olvidan.