Bajo su sotana, el curadetenido acusado de haber cometido varias agresiones sexualesocultaba una doble vida, según se va desgranando la investigación. Las violaciones se producían durante viajes religiosos o campamentos de convivencia.

Por el día, acudían a procesiones o actividades espirituales que tocara. Por la noche, se organizaban fiestas donde no faltaban las copas. Es ahí, en ese ambiente, en el que el párroco cometía las agresiones sexuales. Concretamente, en las casas parroquiales y, en alguna ocasión, en su vivienda familiar de Vélez, Málaga, como explican fuentes de la investigación a laSexta.

Todas las víctimas eran mujeres de su círculo de confianza. A todas las conocía, las había invitado a esos encuentros. Además, tenían en común la edad: jóvenes entre 25 y 35 años. Todo apunta a que el párroco utilizaba GHB, éxtasis líquido, para drogarlas, sedarlas y poder agredirlas sexualmente sin que ellas fueran conscientes. Para que no recordaran nada.

No solo las violaba, las grababa con su teléfono móvil. Imágenes que almacenaba y clasificaba por carpetas. Cada una de estas carpetas las nombraba con la inicial de cada víctima. Todo este contenido lo habría obtenido en el periodo que va del año 2016 a 2019.

Durante el registro policial, se ha hallado más material informático: varios discos duros, teléfonos móviles y una cámara. El contenido de estos dispositivos se está analizando, al igual que se hizo con los primeros vídeos intervenidos con el objetivo de averiguar si hay nuevas víctimas.