La madre que ahogó a su hija de diez años en la bañera de la casa familiar le dio antes 80 pastillas de antidepresivos, y esperó a que estuviese dormida para sumergirla en el agua, según se extrae del auto del caso.

"La menor, tras beberse la medicación, entró en un profundo estado de somnolencia hasta quedarse dormida en el sofá, extremo que aprovechó la investigada para dirigirse al cuarto de baño y llenar de agua la bañera. Acto seguido, la investigada cogió a la niña en brazos y la trasladó hasta el cuarto de baño y, tras introducir a la misma en la bañera vestida, la sumergió durante 10 minutos", relata el auto de prisión.

La detenida, en prisión sin fianza, no se ha arrepentido ante el juez ni en la reconstrucción de los hechos realizada en su casa. De hecho, el fiscal del caso asegura que la acusada ha demostrado una "frialdad emocional terrible". Y es que, ante el juez, la acusada ha dicho que "lo veía negro, que veía desesperanza y sensación de ruina".

Según el fiscal, la presunta parricida ha explicado que el pasado 24 de diciembre le habían dado el alta de un centro psiquiátrico en el que había estado internada y, tres días después, el 27 del mismo mes, acudió a urgencias con ideas suicidas. De hecho, las pastillas que suministró a su hija son las que ella toma por prescripción médica.

Además, la mujer ha reconocido que era consciente que su familia quería retirarle la custodia de la niña. Su hermana había empezado los trámites para incapacitarla hacía aproximadamente un mes y ha confesado que la relación con su hermana "en algún momento no ha sido buena".