Blindaje comunitario
De lugar seguro a espacio vigilado: la agresión sexual de un repartidor a dos niñas en Madrid desata una psicosis en las urbanizaciones
Los detalles Lo que antes era rutina —abrir al repartidor, dejar que acceda a los portales— se ha convertido en motivo de alarma. Crece la desconfianza, se refuerzan medidas y muchos vecinos piden blindarse para evitar que algo así vuelva a ocurrir.

Resumen IA supervisado
La agresión sexual a dos menores en una urbanización de Montecarmelo, Madrid, ha generado una ola de desconfianza entre los vecinos. El agresor, un repartidor de paquetería, logró acceder al bloque, lo que ha llevado a muchas comunidades a prohibir la entrada de repartidores como medida urgente. Administradores de fincas y empresas de conserjería confirman que han recibido numerosas llamadas solicitando reforzar la seguridad. Las urbanizaciones están instalando cámaras, reforzando accesos y exigiendo mayor vigilancia de los porteros. El repartidor está en prisión provisional, pero el miedo persiste, y las comunidades buscan cómo protegerse.
* Resumen supervisado por periodistas.
Lo que antes era una tranquilidad, ahora se ha convertido en desconfianza. La agresión sexual a dos menores dentro de una urbanización en Montecarmelo, en Madrid, ha encendido todas las alarmas entre los vecinos. El agresor es un repartidor de paquetería que logró entrar en el bloque. Ahora, en muchas comunidades, se preguntan: ¿y si pasa aquí también?
El miedo ha hecho que cambien cosas. Y rápido. Cada vez son más las urbanizaciones que han decidido prohibir la entrada a repartidores, como medida urgente. Lo confirman los propios administradores de fincas y las empresas de conserjería, que están recibiendo llamadas sin parar desde que se conoció el caso.
"Esto no había pasado nunca", cuenta Plácido Ávila, administrador de fincas en Madrid. "Las comunidades están asustadas, y muchas ya han dicho que los repartidores no entren bajo ningún concepto. O reparten en la garita, o va el conserje con ellos hasta la puerta del piso".
Y no solo eso. Se están instalando cámaras donde antes no había, reforzando la seguridad en los accesos, y pidiendo a los porteros que estén más pendientes que nunca. "Nos piden vigilancia total", aseguran desde una empresa de conserjería.
El repartidor detenido está ahora en prisión provisional. Fueron los propios vecinos los que lograron retenerlo hasta que llegó la Policía. Pero, aunque ya no esté en la calle, el susto no se ha ido.
Lo ocurrido ha roto una idea que muchas familias daban por sentada: que dentro de una urbanización, sus hijos estaban a salvo. Ahora, esa confianza se ha quebrado. Y en muchas comunidades ya no se habla de comodidad o de convivencia. Se habla de cómo blindarse.