Algo tan cotidiano como ir a comprar puede estar lleno de obstáculos para las personas sordas, sobre todo ahora, que es obligatorio hacerlo con mascarilla por la emergencia sanitaria del COVID-19.

Para quienes utilizan la lengua de signos para comunicarse, la expresión facial es una parte muy importante. Por eso, las "mascarillas suponen una gran barrera", como explica Iván Vázquez, usuario de la lengua de signos.

Lo mismo le ocurrió a Encarna Marcos cuando estuvo ingresada 11 días con COVID-19. "Los intérpretes no podían acudir al hospital físicamente. Cuando pasaban para ofrecerme comida, o necesitaba comunicarme con el médico, era imposible. Yo no entendía nada y él a mí tampoco", explica.

Las mascarillas trasparentes son de gran ayuda para facilitar la comunicación. Por ello, voluntarios de Atresmedia han cosido 2.500 mascarillas de este tipo.

Además, en algunas comisarías de Policía, la tecnología ayuda a que los usuarios de la lengua de signos puedan hacer uso de los servicios durante el confinamiento. A través de un sistema de videoconferencia, un traductor del lengua de signos interactúa con el interesado y con el policía que recibe la denuncia.

La lengua de signos, un derecho lingüístico

En el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, reivindican su diversidad. Marta Muñoz, consejera de la Confederación Estatal De Personas Sordas explica que la lengua de signos es con lo que se identifican: "Es cultura, comunicación... no es accesibilidad, es un derecho lingüístico de las personas sordas".

En nuestro país solo la usan unas 70.000 personas y aunque en el mundo hay más de 150 lenguas de signos, en nuestro país se usan dos: la española y la catalana.

Marc Fescola, usuario de la lengua de signos, asegura que "si todo el mundo supiera lengua de signos sería maravilloso. Me sentiría mucho más integrado".