La propuesta fue una iniciativa del legislador Pablo Ferreyra y el diputado Gabriel Fuks, y tiene por objetivo "prevenir y sancionar el acoso sexual, producido en espacios públicos o de acceso público, en los que se hostigue, maltrate o intimide y que afecten en general la dignidad, la libertad, el libre tránsito y el derecho a la integridad física o moral de personas basados en su condición de género, identidad y orientación sexual".
La ley establece multas de hasta 1000 pesos (60 euros) para aquellos que quebranten la dignidad y le derecho a la integridad física y moral de las personas en el espacio público. Además, la ley contempla la realización de campañas de prevención sobre el tema.
"El acoso callejero es profundamente violento porque es una práctica no deseada, que genera un impacto psicológico negativo y hoy no existe ninguna figura legal que ayude a denunciar a quienes practican esta conducta negativa, ni que proteja a las víctimas", explica Ferreira.
El acoso callejero está considerado la forma más naturalizada de violencia machista. Hace dos años, el entonces alcalde de Buenos Aires y hoy presidente argentino, Mauricio Macri, puso en duda que haya mujeres que se ofendan por un piropo: "No puede haber nada más lindo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo que tenés". Sus palabras generaron un fuerte revuelo y tuvo que disculparse.
En Argentina el 97% de las mujeres han sido víctimas de acoso callejero y la mayoría de ellas lo experimentaron por primera vez antes de cumplir los 18. Según un estudio de 2014 de la Universidad Abierta Interamericana, al 72,4% de las mujeres no les gustan los piropos y el 59,2% se sienten incómodas e intimidadas por las conductas masculinas en la calle.
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