"Mi esposo me llamó y me dijo que la niña se había caído. Lo único. Yo no entendía nada", así ha recordado durante el juicio la madre de Naiara, Mariela Benítez, cómo se enteró de lo ocurrido con su hija, torturada hasta la muerte en Sabñánigo, Huesca.

Benítez también ha recordado sus últimos momentos con la menor. "Cuando me hicieron pasar hablé con el médico y me dijo 'tu hija está mal, te voy a dejar que pases a verla y sacarás tus conclusiones'", ha declarado.

Ella asegura que nunca antes el presunto asesino, que ha confesado el crimen, había maltratado a su hija, más allá de unos pequeños cachetes, ni sabía que la pequeña había sufrido desprecios por parte de su familia política.

Además, sostiene que tampoco le consta que se enviaran entre ellos vídeos torturando a la pequeña ni que desde el colegio y los servicios sociales se tuviera constancia de que Naiara sufría daños: "Jamás le puso un dedo encima a mi hija".

No piensa lo mismo la sobrina del principal acusado, que ha dicho que su abuela ha sido cómplice. Por su parte, el padre de la pequeña, que ha declarado por videoconferencia, cree que la madre de su hija tenía conocimiento de malos tratos previos por parte de su familia política.

La madre también ha señalado que ha sido incapaz de leer la carta que su cuñado, que ayer recordaba cómo intentó reanimar a la pequeña, le entregó hace un par de días pidiéndole perdon. Pero sigue exigiendo que se haga justicia.

Así fue el crimen de Naiara

Naiara murió en Sabiñánigo (Huesca) el 6 de julio de 2017 tras ser sometida a horas de torturas y de golpes a manos de su tío político, Iván Pardo.

Los hechos narrados por las acusaciones en sus respectivos escritos de calificación relatan el presunto asesinato de Naiara a manos de su tío político, así como la implicación de su abuelastra y de su padrastro por presuntos delitos de violencia física y psíquica habitual sobre la niña.

Considera el tribunal que las acusaciones deberán probar las largas torturas que sufrió la niña a lo largo de horas ante sus primas, también menores. Entre otras, permanecer de rodillas sobre ortigas, grava, granos de arroz o sal gruesa, privación del sueño, golpes en todas las partes del cuerpo y la colocación de orejas de burro como humillación, al tiempo que era grabado todo en teléfonos móviles.

Las acusaciones relatan en sus escritos que Iván, al regresar de su trabajo, le golpeó repetidamente en la cabeza con los nudillos, le volvió a obligar a ponerse de rodillas sobre grava, le efectuó descargas eléctricas con una raqueta matamoscas, le ató con grilletes, le metió un calcetín en la boca para que no gritara y le golpeó con un cinturón en las plantas de los pies.

Finalmente, la Audiencia valora como hecho a probar si el acusado la cogió fuertemente del cabello y la golpeó contra el suelo y una mesa hasta que quedó inconsciente provocando finalmente su muerte, en el Hospital Infantil de Zaragoza.