Vilafranca cambian las piscinas por las máquinas quitanieves en pleno verano. Una tormenta ha dejado una estampa de coches atrapados, calles teñidas de blanco y aceras totalmente inundadas.

Los desagües y cañerías han estado atascados debido a la cantidad de agua acumulada. Durante las tres horas que duró la granizada, Vilafranca se convirtió en un municipio desierto.

La calzada parecía un río y algunos vecinos no se atrevían a salir por miedo, incluso se apresuraron a guardar el coche en el garaje por temor a desperfectos. Las bolas de granizo que caían tenían el tamaño de pelotas de tenis.

Debido a la tormenta, algunos establecimientos han perdido parte de su mercancía y otros no han podido abrir. En total cayeron 75 litros de agua por metro cuadrado, casi la mitad de lo que suele caer en el municipio de Castellón durante todo el año.