De la alarma al agotamiento
España sufre fatiga climática: reconocemos la crisis, pero ya no queremos escuchar más
¿Qué está pasando? Crece el desinterés ciudadano ante una emergencia que no da tregua, mientras el negacionismo se cuela en el discurso político y la presión sobre los grandes contaminadores sigue siendo insuficiente.

Resumen IA supervisado
La emergencia climática persiste, pero en España el compromiso social se debilita debido a la "fatiga climática". Según Pedro Pozas Terrados, la sociedad se siente agotada y desbordada. Estudios indican que cada vez menos personas creen en la necesidad de actuar urgentemente, y muchos consideran que se está sacrificando demasiado por el planeta. Los expertos sugieren cambiar el enfoque hacia soluciones y presionar a grandes contaminadores en lugar de culpar a los ciudadanos.
* Resumen supervisado por periodistas.
La emergencia climática sigue ahí, pero algo ha cambiado en España: el compromiso social se desinfla. Reconocemos que el cambio climático existe... Pero ya no nos importa tanto como antes. Hoy, los expertos lo ponen nombre: fatiga climática.
"La sociedad empieza a dar la espalda a la crisis climática, no porque no le importe... Si no porque se siente agotada, desbordada", advierte Pedro Pozas Terrados, naturalistas y director ejecutivo del Proyecto Gran Simio. Y no es lo único que lo ve con preocupación.
Según diversos estudios, han caído en picado quienes consideran que hay que actuar de forma urgente e individual. Y en apenas dos años, cada vez son más los que creen que estamos sacrificando demasiado en nombre del planeta.
"Puede ser preocupante, sobre todo si lleva a una inacción", alertan los expertos. Porque mientras el calentamiento global sigue acelerándose, crece el desinterés ciudadano.
¿La solución? Cambiar el foco. "Ofrecer soluciones y no culpabilizar a las personas. La mayoría tenemos una responsabilidad muy pequeña comparada con la de las grandes corporaciones de combustibles fósiles", explican desde el ámbito académico y activista. El mensaje es claro: menos culpa ciudadana y más presión sobre los grandes contaminadores.
Pero esta apatía no es casual. Tiene raíces sociológicas. Hoy, el perfil más concienciado es mujer, mayor y progresista. El que menos: hombre, joven y de derechas. Lo que hasta hace poco era un rechazo residual de la extrema derecha, ahora empieza a extenderse en ciertos sectores del Partido Popular.
Carlos Mazón habla de la "radicalidad de muchas de las medidas del Pacto Verde Europeo". Feijóo rechaza la "dictadura activista" de la transición ecológica. Y Ayuso, fiel a su estilo, lo simplifica: "Desde que la Tierra existe ha habido siempre cambio climático".
Lo que antes era una urgencia transversal, hoy se convierte en trinchera ideológica. Mientras tanto, el planeta sigue ardiendo.