Una valla reventada, el susto en el cuerpo, el del padre y el hijo y el de los vecinos, y al final de la calle el coche estampado contra un colegio. Las luces y el parabrisas todavía seguían en funcionamiento.

El padre, irlandés, y el hijo de 13 años, muy nerviosos, inspeccionan los daños, mientras el vecindario mostraba su enfado con lo ocurrido. "¡No se les puede dejar a los críos el coche!", le increpada un vecino tras el choque.

Según Blas Díaz, el conserje de la urbanización, el menor iba acompañado por su padre en el vehículo. "El coche primero dio un golpe marcha atrás y perdió el control del coche", explica ante las cámaras de laSexta.

Cayó la puerta del garaje, el parachoques, el muro de salida y al final de una recta que atraviesa una calle de dos carriles, el vehículo aterrizó en el colegio. Nadie ha denunciado y, con las tareas de reparación iniciadas, los vecinos celebran que la temeridad no haya provocado daños más graves ni heridos.