La persona que pide limosna frente al supermercado o los que fabrican la ropa con que nos vestimos pueden ser víctimas de la trata de personas. Son ejemplos reales de algunas de las formas de sometimiento a las que más de 21 millones de personas en el mundo -un tercio de ellos son niños-, se enfrentan. Desde la explotación sexual a la laboral, pasando por matrimonios o trabajos forzosos o tráfico de órganos, todos se aprovechan de la pobreza y la falta de oportunidades.

Los expertos alertan de que los refugiados y migrantes, sobre todo los menores, podrían disparar las ya elevadas cifras que intentan cuantificar y frenar lor organismos como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), conscientes de que muchos casos no serán detectados nunca.

"La sociedad identifica trata con prostitución y no ve otras formas; cuando ve a una mujer con un bebé pidiendo piensa pobre mujer, pero no que puede ser una víctima que ha sido traída desde su país engañada y que está siendo explotada; tampoco ve a esa otra mujer latinoamericana que trabaja como interna 24 horas al día y con un sueldo mísero", explica Eva Sancha, de Proyecto Esperanza.

Por su parte, la responsable en éste ámbito de Cáritas, Hilde Daems, explica que la naturaleza "invisible" de este problema hace que sea necesaria una mayor sensibilización para "abrir los ojos" y dejar de considerarla como algo lejano a nuestras vidas.

La abogada de Women's Link Woldwide Gema Fernández reclama, por su parte, abordar la trata en un "marco de Derechos Humanos", poniendo el foco más allá de la explotación sexual y entenderla como cualquier forma que trata a las personas "como meros objetos de los que se obtiene unos beneficios". "Hay que seguir identificando esas nuevas formas de trata. Los tratantes se mezclan en el mundo que vivimos y entre nuestras demandas de consumo de ropa barata o de tecnología", puntualiza Fernández.

Los responsables de esas organizaciones delictivas se mueven bien ante situaciones de emergencia humanitaria y de concentración de personas, como está ocurriendo en muchas fronteras europeas con los refugiados y migrantes.

En este sentido, para la responsable de Cáritas "algunas de las políticas públicas están aumentando la vulnerabilidad y empujando a estas personas a manos de tratantes y traficantes", y ha urgido a los Estados "enfocarse desde los derechos humanos y no tanto desde el control migratorio".

Respecto a la trata con fines de explotación sexual, la responsable de género y derechos humanos de Médicos del Mundo, Beatriz Sagrado, ha reclamado "atacar la demanda" de prostitución para combatir esta forma de violencia contra las mujeres. "El modelo de países como Suecia está dando resultado, penaliza a quien consume y la trata ha bajado", ha explicado Sagrado.