El relato de Celia, la pareja de Leonadro Valencia, más conocido como el descuartizador de Valdemoro, es estremecedor. La joven fue detenida por encubrir el asesinato y posterior troceo del cuerpo de Emilce, una joven de solo 18 años, en octubre de 2019. Posteriormente fue puesta en libertad. Esa historia, contada en primera persona, se desprende del sumario del caso cuyo secreto se ha levantado y al que ha tenido acceso 'El Confidencial'.

Todo comenzó cuando la joven recibió sucesivas llamadas de su pareja, al que tenía temor de dejar por la mala reacción que pudiera ocasionar en él. Ella finalmente accedió a verse con él descuartizador en el centro de salud de Valdemoro, donde la joven tenía una cita médica.

Leonardo llegó con un aspecto "descuidado, con barba de varios días y despeinado". "Olía a sangre y a humo", explicaba en su declaración Celia. Ella le preguntó por qué iba de esa manera y éste le contesto que se había "metido mucho" y que había "bebido cuatro Red Bull".

El descuartizador era una persona violenta, traficaba con droga y vivía de okupa: a su novia no le extrañaba que se hubiera metido en una pelea. Ya después de la consulta médica de la joven, salieron a hablar a un parque. Él le pidió que le prometiera estar siempre con él "pase lo que pase" y ella accedió: "Lo juro".

"Me he desecho de parte del cuerpo, me tienes que ayudar a limpiar"

"He matado a alguien y no he sentido nada. Me he desecho ya de parte del cuerpo, pero me tienes que ayudar a limpiar la cas que es donde he cometido el crimen", le señaldo Leonardo dejando bloqueada a la joven, que en un principio dudó de la veracidad de la historia.

Leonardo estaba maloliente y sucio y decidieron ir a comprar ropa nueva a un establecimiento chino. Mientras el asesino estaba en la tienda, ella aprovechó para llamar a su expareja, Miguel Ángel, desde el coche.

"Seguro que me mata"

"Estoy asustada. Leo me ha dicho que ha matado a alguien y quiere que le ayude a limpiar", explicó la joven, a lo que Miguel Ángel ofreció ir a buscarla. Ella declinó la ayuda por miedo a las represalias: "Se lo va a tomar como que huyo de él y seguro que me mata".

Leonardo y Celia compraron artículos para deshacerse del cuerpo antes de llegar a la casa de los horrores. Ya en el domicilio, ella advirtió: "Yo solo entro ahí con mi teléfono móvil y si me das una copia de las llaves y un cuchillo para defenderme". "A ti no pienso hacerte daño porque te quiero", le contestó el descuartizador mientras le daba una navaja.

Ya dentro de la casa, Celia notó un fuerte olor a humo, vió manchas de sangre y una bolsa donde estaban "las cosas" que utilizó para "matar". Ella, entre súplicas, pidió irse del lugar: "No voy a ayudarte a nada, ni a limpiar. Me encuentro mal, me quiero ir".

Leonardo insistió y le pidió ir a limpiar "el baño de arriba" donde solo habia "sangre" porque "lo gordo" estaba en el "sótano". "Al llegar arriba, al dormitorio principal que tiene un baño incorporado, vi todo muy desordenado. Sobre la cama había un maletín abierto donde Leonardo guardaba las armas blancas. Había manchas de sangre en el suelo, en unos papeles. Sobre la mesilla vi cocaína en una bolsa y al lado una raya blanca preparada y puesta sobre un libro", explica ella.

"En esa bolsa está la cara. Es uno de mis trofeos"

"En esa bolsa está la cara de la víctima. Es uno de mis trofeos", le explicó el descuartizador a Celia, que vió el baño repleto de sangre. Ella seguía sin creer que fuera verdad y Leonardo le contestó: "Si quieres te enseño una cosa que te lo demuestre". Ella se negó. Él la obligó a limpiar.

Ese mismo día, por la tarde, Leonardo obligó a Celia a acompañarle a llevar cocaína a un cliente. Durante ese viaje en coche, Leonardo le reveló a ella que recibió un mensaje la noche anterior de una joven: "Decía que quería pasar a verme porque necesitaba unos ansiolíticos. Le dije que viniera. Desde que llegó pensé en cómo podría asesinarla sin que se pudiera defender y sin dejarle ninguna marca. Intenté estrangularla, pero me cansé y al final le di una puñalada en el corazón". Celia seguía incrédula y éste le contó que había quemado todas sus pertenencias para no dejar rastro.

De vuelta en el coche ambos pararon a comprar lejía y otros materiales de limpieza. Al llegar de nuevo a la casa él bajó al sótano de los horrores y ella aprovechó para llamar a su expareja, Miguel Ángel, a quién le dijo que estaba aterrorizada y que estaba segura de que había un cuerpo en el sótano. Él le instó a escapar y ella se mostró reacia: "Si hago eso seguro que me mata". Miguel Ángel le dijo que hiciera fotos y escapara para dirigirse a la Guardia Civil. Así lo hizo.