ORGULLO LGTBIQ+
Disfrazarse de heteros para encajar en el deporte: "En los estadios se gritaba 'maricón', era homofobia por todos lados"
El contexto Estadios y vestuarios pueden ser entornos hostiles para las personas LGTBI, que se han visto forzadas a ocultar su identidad para no sufrir rechazo en el deporte, un ámbito donde apenas hay referentes del colectivo en la alta competición.

Resumen IA supervisado
Los terrenos deportivos son a menudo hostiles para las personas LGTBIQ+, con escasos referentes en la alta competición y un entorno donde los insultos homófobos son comunes. Muchos deportistas han ocultado su identidad para evitar rechazo y comentarios ofensivos, como destaca David Ortiz, jugador de rugby. Los vestuarios y estadios se convierten en lugares de discriminación, como relatan Pablo Santaella y Adrián Delgado. La visibilidad en el deporte es un desafío, especialmente para quienes no se identifican con géneros binarios, según Beto Ramos. La falta de referentes en la élite deportiva invisibiliza a muchos, como señala Paula Iglesias, presidenta de FELGTBI+. Esto ha afectado carreras como la de la nadadora Saida González, quien lamenta no haber tenido modelos a seguir que le ayudasen a gestionar su identidad y carrera profesional.
* Resumen supervisado por periodistas.
Los terrenos de juego muchas veces son territorios hostiles para las personas LGTBIQ+ : apenas hay referentes en la alta competición deportiva, los vestuarios suelen ser un problema y se ha normalizado que desde la grada se insulte al grito de 'maricón'. Y, como consecuencia, durante años muchos deportistas han tenido que reprimirse para poder encajar, fuera y dentro del campo.
"La gente LGTBI en general no se ha acercado nunca a los deportes de equipo por rechazo", sostiene David Ortiz, jugador de rugby en Madrid Titanes. Ocultar la propia identidad es la forma de pasar desapercibido y también de evitar comentarios ofensivos. "No es fácil decirle a un equipo de heterosexuales de la universidad: 'Oye, soy marica y me tienes que respetar'", señala el joven.
Un ámbito, el del deporte, donde los insultos homófobos están a la orden del día."Yo en el colegio sí que he recibido siempre mucho insulto de 'maricón', 'marica', 'bujarra'...", explica Pablo Santaella, jugador de rugby en el mismo equipo. "Cuando yo jugaba el fútbol, en los estadios de fútbol se gritaba 'maricón' cuando sacaba del portero. Era todo el rato homofobia por todos los lados", recuerda por su parte Adrián Delgado, responsable de la sección de fútbol en Diversport Torremolinos.
Incluso en los vestuarios, el ser visible como persona del colectivo acarrea miradas y comentarios. "Había cambios de actitud y decías: 'Soy la misma, antes de saberlo me tratabas diferente'", denuncia Cristina Solé, runner de Panteres Grogues. "Tenemos que luchar más y no caer en este mito de 'marimacho', de 'solo eres buena en el deporte porque eres lesbiana o bollera'", señala por su parte Olalla Fernández.
Un lugar, los vestuarios, en el que aún es más difícil entrar si no te identificas con ninguno de los dos géneros. "Mucha gente ni siquiera ha oído hablar del término 'no binario'. Me sentía un poco violento e intentaba pasar desapercibido", explica en este sentido Beto Ramos, responsable de pádel surf en Diversport Torremolinos.
Con valentía y de frente encaró Sara Peláez su salida del armario hace 20 años. Ella mostró con naturalidad que era lesbiana, aunque las dudas de si le podía perjudicar llegaron. "Para mí era más difícil ocultarme que visibilizarme", señala la árbitra de baloncesto, que recuerda que "solo hubo un momento" en el que se planteó ocultar su orientación sexual: "Cuando aterricé a ese otro escalón, que es la Federación Española, donde te estás empezando a iniciar en ese baloncesto semi-profesional o profesional".
Es en esa élite deportiva donde la falta de referentes invisibiliza al resto. "Los gestos importan, no son meros símbolos... al final lanzan mensajes de compromiso hacia la igualdad y hacia la diversidad", reivindica Paula Iglesias, presidenta de FELGTBI+.
De tener esos espejos donde sentirse reflejados, la historia de mujeres como la nadadora Saida González hubiese sido diferente: "Hubiera sabido gestionar más mis emociones y lo que estaba sintiendo en ese momento y me hubiera ayudado a seguir con mi carrera profesional, que la tuve que parar", lamenta. Carreras de fondo truncadas por un obstáculo muy difícil de superar: la imposibilidad de ser tú mismo.