La abuela de los dos niños asesinados en Godella ha declarado este miércoles en la Audiencia Provincial de Valencia y ha asegurado que ya percibía el peligro antes del crimen. Noemí –así se llama la madre de María, autora confesa de enterrar los cuerpos de los niños- ha aseverado que obligó a su hija a ir al psiquiatra después de que esta desapareciese con su nieta más de 12 horas.
"La psiquiatra me dijo que mi hija estaba bien, que solo estaba algo nerviosa. Me dijo que yo era muy controladora, y yo le contesté: 'Mira, mi hija está enferma'", ha explicado, al tiempo que ha recordado que dos días antes del crimen recibió un mensaje de su hija que la desconcertó: "Mamá, me voy con el creador, adiós".
Ella se preocupó y acudió a casa de Gabriel, padre sospechoso del asesinato, pero este la amenazó: "¿Qué te crees, que si he sido capaz de ponerle un cuchillo a mi madre, no te lo voy a poner a ti? Y me lo mostró". La abuela de los niños cuenta que pidió asistencia a los servicios sociales, una que no llegó nunca.
Celoso y posesivo
En el día de hoy también han declarado amigas de la pareja. Han definido a Gabriel como "celoso, controlador, impulsivo y manipulador": "Si el niño mordía, él mordía. Con un año tiró a su hijo al campo de naranjos. Era su forma de castigar".
También han asegurado que Gabriel tenía un carácter difícil de manejar: "Tenía episodios en los que no podía controlarlo. En ocasiones era agresivo. Era frío, nunca mostraba empatía. Era una persona controladora y calculadora".
Las amigas de la pareja aseguran que eran la noche y el día: "María siempre transmitía paz y amor, hasta que le empezaron a dar esos brotes". Una personalidad muy distinta a la de Gabriel, quien a veces se atribuía poderes: "Él decía que era Jesucristo, y nosotros, sus apóstoles", ha sentenciado una de las allegadas.