Vino o cerveza. Cebada o uva. Esta es la decisión ante la que se enfrentan todos los días los españoles antes de comer o sentados en una terraza junto a sus amigos. En el Día Mundial de la Cerveza lo esperable sería recomendar una buena birra para disfrutar del sabor amargo y refrescante de un 'zumo de cebada', pero conviene no olvidar el producto obtenido de la fermentación de la uva.
Es importante tener en cuenta que el consumo de alcohol o cerveza a nivel físico solo puede ser beneficioso si se hace de manera moderada, como defiende Daniel García Gañán, nutricionista al frente de la empresa de nutrición O.live, afincada en Salamanca. El experto no establece esa "moderación" en unas cantidades determinadas, ya que cada persona responde a los alimentos de manera diferente.
"Tampoco hay que perder de vista el apartado cultural, social y emocional de tomarse una caña"recuerda Daniel, que considera que el beneficio psicológico que produce el propio acto de beber en una terraza junto a personas de confianza es "tan importante" como su repercusión a nivel fisiológico.
El nutricionista considera que los alimentos no son "poliédricos, ni un listado de nutrientes", sino que tienen repercusiones más allá de lo puramente físico. Por ello, su máxima es que "no existen alimentos prohibidos", siempre que en su consumo exista un equilibrio.
La cerveza, "uno de los mejores rehidratantes"
A la hora de destacar un beneficio de la cerveza, este sería sin duda su capacidad de favorecer la rehidratación. De hecho, la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) en su 'Libro blanco de la hidratación' lo considera una bebida "cuya utilización adecuada está en el contexto de una dieta equilibrada, en personas sanas y adultas que no estén realizando actividades consideradas de riesgo".
Daniel García destaca que, a la hora de hidratar el cuerpo, es incluso mejor beber cerveza que un zumo industrial, ya que al menos la primera conserva proteínas del cereal fermentado.
No solo eso, sino que la cerveza es rica en vitaminas B1, B3 y B6, ácido fólico "en cantidades pequeñas, pero significativas", magnesio y potasio, según asegura el nutricionista. La cerveza es muy recomendable en dietas que requieran una reducción del sodio: no contiene este elemento, que además es antagónico del potasio, del que la cerveza tiene gran cantidad.
Además, la cerveza artesanal con lúpulo natural cuenta además con elementos antioxidantes leves. Para rematar, Daniel asegura que la cerveza no engorda. De hecho, de manera moderada no tiene incidencia sobre los niveles de colesterol y en algunos casos solo sobre el llamado 'colesterol bueno'.
El vino: antioxidante y fuente de vitamina C
La uva fermentada tiene otros efectos positivos en el cuerpo humano, diferentes a los de la cerveza. El vino posee compuestos naturales como el resveratrol, un antioxidante potente que permite generar una mayor defensa contra cánceres o enfermedades neurológicas.
También se le atribuye, por la misma razón, una leve capacidad para prevenir enfermedades cardiovasculares. Aparte del resveratrol, los taninos también cumple su función como antioxidante, ayudando a aumentar las defensas del cuerpo.
Dado que suele consumirse de manera habitual en pequeñas cantidades, el vino tampoco es sospechoso de engordar, ya que el aporte calórico es mínimo. La uva aporta también vitaminas del grupo B, pero sobre todo de los tipos C y K.
Perjuicios compartidos
A la hora de hablar de los perjuicios que pueda provocar el vino o la cerveza, todos provienen del carácter alcohólico de ambas bebidas. Más allá de la embriaguez provocada por un consumo excesivo, aquellas personas que tengan el ácido úrico alto deberían eliminar radicalmente de sus dietas la ingesta de alcohol.
“Estas personas deberían, como mucho, brindar en Navidad”, asegura Daniel, que también destaca que hay estudios que identifican el consumo de alcohol con diferentes tipos de cáncer. La incidencia sería mayor en los componentes del aparato digestivo, como la boca, el esófago o el estómago.
El veredicto
“Si tuviera que poner nota, pondría un poco por encima la cerveza”, concluye el nutricionista, después de sopesar los beneficios que producen las dos bebidas para el cuerpo. El vino no cuenta con la ventaja de la cerveza de aportar proteínas y minerales, así que es menos relevante a nivel alimenticio. Todo esto, sin dejar de tener en cuenta que estos los beneficios son leves, y volviendo a subrayar la importancia de beber con moderación cualquiera de las dos bebidas en el acto social.
“No hay que olvidar la parte hedonista: hay que ser felices comiendo y bebiendo”, asegura Daniel García, que además está en contra de obsesionarse con la alimentación, ya que puede controlarse de manera sencilla sin renunciar al placer de disfrutar de la comida.
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