Se sentaron en la misma fila y sonrieron, pero guardaron bien las distancias. Aznar volvió a leerle la cartilla al Gobierno: "El voto debe entenderse como un mandato para hacer reformas profundas".

La primera, en la frente. Delante de la vicepresidenta y del ministro Soria, Aznar regañó, otra vez, al Ejecutivo por no aprovechar la mayoría absoluta para hacer reformas, "un reformismo de alta intensidad".

Suavizó las formas, pero repitió mensajes. Hay que cumplir el programa electoral y bajar impuestos: "Es necesario cambiar el sistema fiscal y ponerlo al servicio del crecimiento".

A la salida no hubo contestación, pero hoy el Gobierno ya no se calla. La ministra de Empleo ha afirmado que "El Gobierno de Rajoy es el más reformista de la democracia".

Se defienden también sobre los impuestos. José Manuel Soria ha afirmado que le "gustaría bajar los impuestos mañana mismo, pero Rajoy ya ha anunciado una reforma fiscal".

Pero los que estuvieron con Aznar en el Gobierno lo ven con otros ojos. Lo que está haciendo es recordar la ideología del PP. Para Aguirre, fue "una gran conferencia", mientras que Josep Piqué "hay ideología en el discurso de Aznar, cogiendo la bandera de las clases medias, que es el ADN del PP".

A Aznar ya no le hizo falta insinuar que quiere volver a la política, parece que ya se ha quedado.