Los espacios cerrados son uno de los mayores riesgos cuando se concentra mucha gente. Abrir la ventana es un recurso eficaz, pero ahora llegan el invierno y el frío.

José Félix Hoyo, presidente de Médicos del Mundo, asegura que el sistema de ventilación de una superficie grande tiene que ser, de igual forma, grande. Por eso hay que optimizar los flujos de aire.

Imaginemos a tres personas sentadas en una oficina. Si el aire circula en la dirección de las agujas del reloj y uno de ellos tose, las partículas caerán sobre la cara de sus compañeros. Por donde debe ir es por el suelo.

El aire debe cambiarse completamente unas ocho veces por hora”, dice José Félix Hoyo. El flujo de aire es fundamental para reducir el riesgo COVID, pero también el filtrado. “Si estoy en un espacio cerrado y hay un hombre con COVID-19 cantando y no hay filtro, tu riesgo -de contagio- es un casi 50%”, cuenta.

Los filtros HEPA son un aparato que retiene aerosoles en porcentajes superiores al 99%. Si bien llevan cumpliendo su función en quirófanos o aviones, en las últimas semanas se han propuesto como una solución para todos los espacios como colegios, oficinas o en nuestro propio hogar.

Y se trata de una inversión sostenible que supondría “un tremendo ahorro” para futuras infecciones.