Este segundo capítulo de las confesiones del exconsejero madrileño ante el juez de Púnica se centrará en las preguntas de las fiscales, que quedaron pendientes tras responder en su anterior comparecencia al extenso interrogatorio que le hizo, en primer lugar, su abogado por tratarse de una declaración a petición propia.

En esa ocasión, sin documentar ninguna de sus acusaciones porque, según él, todo "se puede comprobar" y no hacen falta "papeles", responsabilizó a los expresidentes Esperanza Aguirre y su sucesor Ignacio González de todas las decisiones que se tomaban cuando era consejero en la Comunidad Madrid, tratando de poner en un mismo nivel a Cifuentes y eludiendo por su parte cualquier tipo de connivencia al respecto.

Para probar esa pretendida influencia ya entonces de la actual presidenta autonómica, apuntó a una estrecha relación con González de la que, llegó a asegurar, ella se jactaba abiertamente, llegando a definirla como "la persona, las manos, los oídos, en fin, la voz ejecutiva en el partido, del señor González".

Estas manifestaciones le han valido a Granados una querella de Cifuentes por delitos de injurias, calumnias y contra la integridad moral.

Por el contrario, la que fuera su jefa, Esperanza Aguirre, ha anunciado que no tiene intención de querellarse por las "mentiras" de Granados, entre otras cosas porque no tiene "dinero para abogados".