Todos los años, el 11 de septiembre, miles de catalanes salen a las calles en defensa de la autodeterminación. Además de ser día festivo, Cataluña tiene en esta jornada su día de fiesta nacional, la Diada, en homenaje a la caída de Barcelona en la guerra de Sucesión, y los balcones y ventanas de muchas ciudades y localidades se llenan de senyeras y esteladas, más de las que se pueden ver en otras jornadas. Pero la Diada catalana no siempre ha sido un acto multitudinario. En 2014, la manifestación que convoca cada año la Asamblea Nacional Catalana (ANC) marcó un antes y un después, alcanzando el máximo de asistencia de los últimos años; desde entonces, nunca se han alcanzado las mismas cifras y menos aún en los últimos años, con la presencia del covid.

La Diada catalana empezó a tener cierta relevancia en 2012, cuando la Guardia Urbana estimó que cerca de 1,5 millones de personas habían acudido a la convocatoria de la ANC. Bajo el lema 'Catalunya, nou estat d'Europa' ('Cataluña, nuevo estado de Europa'), la asistencia a la marcha por la independencia catalana empujó a Artur Mas a adelantar unas elecciones con las que quería trasladar las exigencias de los manifestantes a las urnas. Fue el inicio de lo que luego se conoció como 'procés' catalán, ahora en el punto de mira a raíz de las exigencias de Junts para facilitar un Gobierno socialista.

Los datos muestran la explosión de las demandas independentistas aquel año. Sólo un año antes, en 2011, la Guardia Urbana estimó que unas 10.000 personas habían participado en la Diada; 365 días después, la asistencia se multiplicó por 150. La de 2013 creció un poco más, alcanzando los 1,6 millones de asistentes, en una jornada que además de manifestación también celebró la conocida como 'Vía Catalana', una cadena humana en la que participaron miles de catalanes, cuyas manos se entrelazaron a lo largo de unos 400 kilómetros de distancia, como lo hicieran en 1989 en Estonia, Letonia y Lituania en la 'vía báltica', también exigiendo la independencia.

Pero el récord, hasta la fecha, no se alcanzó hasta 2014, cuando se cumplió el tricentenario de la caída de Barcelona. Pese al temor por no alcanzar (y mucho menos, superar) los datos del año anterior, la Diada de 2014 se convirtió en la más multitudinaria hasta la fecha. Más de 1,8 millones de personas se sumaron a una manifestación que decidió formar una V (de la 'Vía Catalana') en la ciudad de Barcelona, de unos 11 kilómetros de largo, con vértice en la plaza de las Glorias. Aquel fue el año del proceso participativo en le que los catalanes se pronunciarían sobre el futuro de Cataluña, el 9N, una consulta que se celebró a pesar de ser declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional.

Aquel 9 de noviembre, participaron en la consulta alternativa más de 2,3 millones de catalanes. Sólo había dos preguntas: '¿Quiere que Cataluña sea un estado? En caso afirmativo, ¿quiere que sea independiente?'. Un 80,7% de los votantes (más de 1,8 millones) votaron que sí a las dos preguntas; sólo 232.182 personas eligieron la opción de un estado catalán pero no independiente, y 104.772 votaron por el 'no' absoluto. Esta votación le valió a Artur Mas y a sus 'consellers' Francesc Homs, Irene Rigau y Joana Ortega una condena por prevaricación y desobediencia y una sanción de casi cinco millones de euros, por el dinero público gastado en la consulta.

Desde 2015, la Diada en caída libre

Los años siguientes no se consiguieron los mismos datos, ni parecidos; ni siquiera en 2017, cuando se celebró el referéndum ilegalizado del 1 de octubre, por el que fueron condenados los implicados en el 'procés' con el que ahora negocia Junts. En 2015, la Guardia Urbana cifró en 1,4 millones el número de asistentes a la 'Vía Lliure', nomenclatura de la marcha de aquel año. Al año siguiente, bajo el lema 'A punt' ('A punto'), la marcha se diversificó más allá de Barcelona, con otros puntos clave como Berga, Lleida, Salt o Tarragona.

La de 2017 fue la Diada del 'sí', y aunque superó las cifras de la anterior, sólo congregó a un millón de personas en un recorrido en forma de cruz. Aunque 100 veces superior a la cifra de asistentes de 2011, el día oficial de Cataluña del año del 1-O salieron a las calles de Barcelona 800.000 personas menos que en la de 2014, siempre según datos de la Guardia Urbana. En 2018 se optó por una manifestación en línea recta, bajo el lema 'Fem la República Catalana' ('Hagamos la República Catalana'), que repitió en datos. Y en 2019, la asistencia se redujo drásticamente, quedando en apenas 600.000 personas, el dato más bajo en seis años.

La no recuperación desde la pandemia

En 2020, era improbable que la Diada alcanzara las cifras anteriores. La pandemia del covid había estallado en España y en el resto del mundo, y el país había estado confinado durante varios meses. Las restricciones no se levantaron totalmente para el 11 de septiembre, por lo que la Diada de aquel año se tuvo que organizar de otra manera: no fue una manifestación dinámica, sino una convocatoria estática, con el fin de mantener la distancia de seguridad, con mascarillas y, en muchos casos, sentados en sillas. Eso no impidió que apenas 60.000 personas acudieran a la convocatoria, en la que además se registraron algunos incidentes, como la quema de un muñeco del rey Felipe VI.

La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie

Pero a la Diada de 2020 no le afectó sólo la pandemia: el independentismo catalán ya estaba adentrado en una profunda crisis, con la entonces presidenta de la ANC, Elisenza Paluzie, denunciando la "división" y la "táctica" dentro del movimiento independentista, exigiendo más estrategia. La situación no mejoró mucho al año siguiente; con muchas de las restricciones por la pandemia ya levantadas, a la Diada de 2021 acudieron unas 100.000 personas. Esta fue la primera convocatoria de Diada después de que los nueve condenados por el 'procés' catalán —Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Jordi Turull, Joaquim Forn, Raül Romeva, Josep Rull, Dolors Bassa, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez— salieran de prisión, tras ser indultados por el Gobierno.

La división dentro del independentismo no se solventó para la Diada de 2022, cuando el número de asistentes rondó los 150.000. Entre ellos no estaba Pere Aragonès, en lo que fue la primera vez en una década en la que el 'president no acudió a una marcha de la Diada. Su temor, ser recibido con silbidos y abucheos, como ocurrió con Oriol Junqueras y otros integrantes de ERC, tildados de traidores durante la ofrenda al monumento a Rafael Casanova. ¿Y qué pasará en 2023? Aragonès ha confirmado su presencia en la manifestación de este año, diferenciándola claramente de la del año pasado. En 2023, según el 'president', la marcha se enfocará "hacia la presión al Gobierno español" de cara a la posible investidura de Pedro Sánchez recordando cuál es su objetivo: "la independencia del país".

2023, el año que el independentismo no remontó

Con la ausencia de Oriol Junqueras, que dio positivo en Covid un día antes de la marcha de 2023, y las negociaciones para la investidura sobre la mesa, la Diada no ha remontado los datos y ha seguido en la tendencia de los últimos años. Según la Guardia Urbana, a la marcha del 11 de septiembre de 2023 acudieron unas 115.000 personas, menos que en el año anterior y el tercer peor dato de los últimos 11 años, sólo por detrás de las Diadas de la pandemia. La de 2023 también ha estado marcada por la rivalidad entre ERC y Junts, con decenas de personas pidiendo la dimisión del Govern y tildando de "vendido" a Pere Aragonès, que este año sí ha decidido acudir a las marchas.