Una herida abierta
Ocho décadas de pulso por Cachemira: la disputa fronteriza que India y Pakistán nunca cerraron
Las consecuencias La nueva ofensiva india no solo agrava la tensión entre dos potencias enemistadas; también condena a millones de cachemires a seguir viviendo entre la militarización, el miedo y el olvido.

El conflicto por Cachemira ha vuelto a escalar. En la madrugada de este miércoles, el ejército indio ha bombardeado nueve localidades en Pakistán y en la Cachemira bajo administración pakistaní. Según Nueva Delhi, los ataques iban dirigidos contra infraestructuras utilizadas por grupos terroristas. La ofensiva se produce en respuesta al atentado del 22 de abril, pero la raíz del conflicto se remonta mucho más atrás.
Cachemira no es una simple línea en los mapas. Es uno de los territorios más militarizados del mundo y epicentro de una disputa que se remonta a 1947, cuando la participación de la India británica dio lugar al nacimiento de India y Pakistán. La división dejó a Cachemira —de mayoría musulmana— atrapada entre dos países con visiones enfrentadas.
"Viene a raíz de la división misma de la India británica entre un país con mayoría musulmana, que sería Pakistán, y un país laico, aunque de mayoría hindú, que sería India", explica Ana Ballesteros, investigadora sénior asociada del Real Instituto Elcano.
Desde entonces, tres guerras y decenas de enfrentamientos han marcado el pulso por el control del territorio. En 1965, Pakistán trató de alentar una insurrección popular en la región. En 1972, tras la guerra del 71 y la independencia de Bangladesh, el equilibrio volvió a romperse. Y en 1999, con ambos países ya convertidos en potencias nucleares, el mundo temió lo peor durante el conflicto de Kargil.
Hoy, Cachemira sigue dividida: una parte controlada por India, otra por Pakistán, y una franja más bajo administración china. Pero en el centro de todo está la población cachemir, mayoritariamente musulmana, que reclama decidir su destino: unirse a Pakistán, independizarse o librarse del peso de décadas de militarización.
La nueva ofensiva india no solo revive el miedo a una escalada entre dos potencias enemistadas. También pone de relieve una vez más que, para millones de personas en el valle, la paz sigue siendo un horizonte inalcanzable.