Pulso tibetano contra China

El Dalái Lama se enfrenta a una China que sueña con imponer un sucesor espiritual de su gusto

¿Por qué es importante? Las autoridades chinas no quieren reconocer una figura sobre la que no tengan control directo, mientras el actual Dalái Lama confirma que se reencarnará y que lo hará en un mundo de libertad, no de injerencias de Pekín

El Dálai Lama en una imagen de archivo
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El Dalái Lama se ha marcado todo "un David contra Goliat". Le ha dicho, alto y claro, a China que no tiene nada que hacer si quiere influir en la elección del nuevo líder espiritual de los tibetanos. Hay que recordar que el Tibet fueocupado hace ya 75 años, por lo que este mensaje se debe entender como algo más que unas simples palabras pronunciadas por el paladín de los budistas. El movimiento iniciado por el Dalái Lama es todo un pulso geopolítico de la religión más pacifista del mundo.

Ahora, la batalla y el desafío, están servidos. Lo que está claro es que el budismo tendrá un nuevo líder, su Dalái Lama decimoquinto o la decimoquinta. Porque él ya ha anunciado que finalmente se reencarnara y que puede ser en un hombre, una mujer o un animal. Incluso, el o la elegida puede ser una persona de fuera del Tíbet. Lo que está claro es que no quieren que sea chino, ni que sea China la que elija e imponga al sucesor reencarnado del Dalái Lama.

"Confirmo que la institución del Dalái Lama continuará", anunció hace solo unos días, tras un tiempo de dudas que hicieron creer que no se iba a poder producir el fenómeno de la reencarnación del líder espiritual de los budistas. Y es que, "por las injerencias del Gobierno chino, el Dalái Lama había dejado caer que quizás él no se iba a reencarnar", explica a laSexta Mario Esteban, investigador del R.I. Elcano y director del Centro de Estudios de Asia Oriental UAM.

La China comunista se anexionó el Tíbet en el año 1951 tras ocupar sus territorios. Además, considera que el Dalái Lama es un separatista.

Ahora, para el solivianto del gigante comunista, el actual Dalái Lama, que ostenta nada más y nada menos que el Nobel de la Paz, ha dado sin duda alguna un paso al frente. "Asegura que se reencarnará", insiste Esteban. Y lo hará "en el mundo libre, generando controversia. Un tema de gran importancia política y simbólica por el control efectivo de China sobre el Tíbet".

Es su religión y son sus normas

Y la fundación que rige los destinos del budismo tibetano redobla el pulso. Es su religión y son sus normas. Por lo que también han retado a Pekín. "El Gobierno tibetano en el exilo no solo condena el intento de injerir, sino que los budistas no aceptarán a un Dalái impuesto", mantienen. Una imposición que ya se vivió en los años 90, con el segundo del Lama.

"Las autoridades chinas no quieren reconocer una figura sobre la que no tengan control directo", resalta el investigador Mario Esteban. Y, por ello, no han dudado en amenazar, aunque sea veladamente, con que "si el budismo quiere sobrevivir, hará bien en adaptarse al sistema sociocultural del país que lo vio nacer".

Tensa lucha entre los adalides del simbolismo pacifista y un régimen, el chino, con un poder y un control cada vez más férreo de su pueblo.