Erzín, en la provincia de Hatay, a solo 160 kilómetros del epicentro del catastrófico terremoto de la semana pasada en Turquía ha sobrevivido a la debacle. A diferencia de otras ciudades cercanas, no se ha visto reducida a escombros.

Y la razón no es ningún milagro: es ciencia. Porque en Erzín sí se cumplieron con las normas de construcción, fue el único de la zona y eso ha salvado la vida de sus vecinos. El terremoto provocó entre Turquía y Siria más de 36.000 muertos y arrasó ciudades completas. Pero no hubo víctimas en Erzín y tampoco se vino abajo ningún edificio.

La vida ya continúa como antes del terremoto. En Alejandreta, también a 160 kilómetros del epicentro, la situación es bien diferente: completamente destruida.

En Erzín se respetaron las normas de edificación, con ninguno con más de seis pisos y la construcción ilegal es perseguida y sancionada.