Los vecinos de Valencia capital no han trabajado este lunes de Pascua. Ni lo harán el siguiente, ni el siguiente, ni el que viene después. Porque desde esta semana, tienen cuatro lunes festivos seguidos. Aunque no es casualidad. El Ayuntamiento de Valencia cambió la festividad de San Vicente Mártir, el patrón de la ciudad, que este año habría caído el domingo 22 de enero, y la trasladó al lunes 14 de abril.

El objetivo, ya apalabrado con patronal, sindicatos y actores sociales de la ciudad, es la de poner a prueba la jornada laboral de 32 horas semanales. Que no implica, para su alcalde, Joan Ribó, trabajar necesariamente cuatro días. Pero en este caso, sí.

Por ello, desde la Administración han decidido experimentar con la productividad económica y social de este tipo de jornadas semanales. "Solo queremos plantearle a la sociedad si sería positivo una jornada como esta. Si sería buena para las personas, para el medio ambiente, o para determinados sectores productivos", explica Ribó.

El estudio encuestará a 2.200 valencianos durante los meses de mayo y junio, posteriores a este mes de cuatro días laborales a la semana. Medirá desde el uso del tiempo que vaya a hacer la gente, la conciliación familiar, o las consecuencias que tiene este tiempo libre en el turismo interior, la hostelería y el comercio de la ciudad, o incluso la salud mental de sus habitantes, o el tráfico y el uso del transporte público.

Entre los valencianos, hay opiniones de todo tipo, desde los que opinan que sería una buena forma de aumentar la productividad de las empresas, al estar sus trabajadores más motivados, a los que simplemente creen que cuanto menos se trabaja, menos se produce. Desde la patronal valenciana, no han querido entrar a valorar el experimento.

Sí que lo ha hecho un sector que se vería afectado positiva y negativamente: la hostelería. Bares y restaurantes podrían facturar más, al tener sus clientes más tiempo libre.

Sin embargo, desde el punto de vista de su plantilla, "pensar que la productividad se puede mantener reduciendo un 20% la jornada de trabajo, parece bastante inviable", asegura Vicente Pizcueta, portavoz de la Coordinadora de Hostelería de los barrios de Valencia. Porque ellos trabajan según una máxima muy sencilla, dicen, "más ocio, más faena".

Lo que podría implicar para muchos comercios el tener que contratar a personal adicional para lidiar con el aumento de la demanda de los que trabajan menos.