La propina en España es voluntaria y no forma parte del salario del empleado, pero que el país sea un enorme receptor de turismo internacional, al que se agasaja sobre todo con su gastronomía, implica que sí sea un actor relevante en el desarrollo de este conocido donativo.

Pero el efectivo ya ha desaparecido de muchas carteras, por lo que existen dudas sobre cómo consigue ese cliente agradecer el buen servicio. La respuesta está en su tarjeta y en la terminal de pago, el datáfono, pero existe un problema: ese dinero no pasa por las manos del empleado y puede que ni siquiera le llegue nunca.

Hoy en día ya existen terminales con aplicaciones que permiten dejar una propina del 10% y hasta del 25%. Pero en España no hay una cantidad estipulada y no se rige por un porcentaje del total de la cuenta como sí ocurre en otros países, sobre todo, en los anglosajones. Para que esa propina no se pierda, hay establecimientos, como El Picadero en Sevilla, donde se convierte el dinero digital en 'cash'.

Manuel, trabajador del local, cuenta que "si por ejemplo para una cuenta de 32,50 € el cliente paga 35 €, ese excedente de 2,50 € se saca de la caja", en monedas, y se destina al bote de las propinas. Es un procedimiento similar al de otro establecimiento, La Panocha. Sin embargo, en este local prefieren que el cliente haga un segundo pago con tarjeta con la cantidad destinada a la propina, que quede registrada, para después poder sacar efectivo de la caja.

En efectivo o con tarjeta, es de los trabajadores

Existen muchos procedimientos para reflejar las propinas dentro de la contabilidad de una empresa hostelera, pero lo que es claro es que la propina pertenece a los trabajadores. El Tribunal Supremo se pronuncio de esta manera en junio 2021, alegando que en hostelería, aunque la propina sea con tarjeta, "el empresario debe limitarse a pagar con una mano lo que previamente ha cobrado con la otra", siendo intermediario de un dinero que no le pertenece.

Los expertos laboralistas avisan también del peligro de que el empresario hostelero decida declarar esas propinas como ingresos del negocio antes de repartirla. Si hace esto, y después se la transfiere a sus trabajadores, esta cantidad "estaría considerada como salario", según explica Laura Palomares, abogada laboralista y coordinadora adjunta del Servicio de Orientación Jurídica de lo Social del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid.

La propina es de los trabajadores, pero ¿de todos? "Sí que debería ser repartido entre todo el personal que participe en el servicio", defiende Palomares. Es decir, que la cantidad donada por el cliente no sería propiedad ni del camarero que la recoge ni tampoco solo del servicio de sala. Según explica Palomares, "la última doctrina va orientada a esto" a que es una propiedad colectiva de todos los empleados del establecimiento.