Guille empezó apostando como hobby y ahora se ha convertido en un 'tipster', un apostador que vende sus pronósticos a clientes privilegiados: "Tengo clientes en Australia que han ganado medio millón de euros".

La ley no permite que las apuestas sean para enriquecimiento personal y esto, según Guille, ha generado un mercado negro: "Ha provocado un mercadeo entre gente que ha perdido y la fuga de capital a Asia, donde sí permiten a la gente ganar dinero y vivir de esto".

En los últimos cinco años se ha disparado el número de apostadores deportivos online y ha cambiado el perfil. "Ha bajado la edad, está entre los 25 y los 35 años", apunta José Manuel Recouso, psicólogo.

El boom de las apuestas también se ha hecho físico, con un importante incremento de los salones de juego, sobre todo en las zonas más humildes. En Madrid la falta de regulación ha propiciado este incremento.