Hace 50 años, el comercio introdujo una de sus grandes revoluciones. El código de barras hizo más fácil la vida de los cajeros, pasando a convertirse en el DNI de los productos. Este dibujo a base de líneas de diferente grosor.

Aunque la manera de hacer la compra no ha cambiado, la manera de pagarla sí, porque antes las dependientas marcaban el precio de los productos manualmente y lo añadían a un ticket.

Ahora, esta etiqueta ya está presente en más de 1.000 millones de productos por todo el mundo. El más común cuenta con 13 dígitos, aunque puede variar con un diseño que ha evolucionado. Su última forma es el código QR, cuyo uso se ha disparado desde la pandemia.

Ahora, 50 años después de que se usase en un paquete de chicles en Estados Unidos o en un estropajo en España, el código de barras tiene muchas utilidades como seguir maletas en los aeropuertos.