Vinicius es, con cada vez menor número de dudas, el jugador más determinante de esta LaLiga. Es el jugador por el que, en estos momentos, más merece pagar una entrada. El jugador que más preocupa a los rivales. El que más está dando al Real Madrid. Como dirían, 'el jugador más mejorado' en este curso. Sí, ante el Sevilla lo volvió a hacer.
Lo hizo en un día en el que, hasta que apareció, estuvo perfectamente atado por el entramado del Sevilla. Recordó al día de Valencia, cuando también pasó exactamente lo mismo. Al igual que ante los che, los esfuerzos resultaron inútiles a la hora de frenar del minuto 1 al 90 al crack brasileño.
Porque no estuvo ausente, porque nunca está ausente. Estuvo como le dejaron estar. Buscando siempre la jugada, pero encarando pocas veces por las ayudas del equipo de Lopetegui. Ante eso, poco éxito tuvo Vinicius.
Hasta que el Sevilla apretó el freno y se echó atrás. En ese instante, sucedió. Un cambio de juego aparentemente sin peligro de Militao terminó en trallazo directo a las mallas de Bono.
Fue, simplemente, magistral. Su control, con el pecho, noqueó a Ocampos. Luego, se fue perfilando a su derecha ante la pasividad de una defensa del Sevilla que se ve que sigue pensando que este es el Vinicius de temporadas pasadas, pero no. No lo es. Y como no lo es el balón acabó en gol.
Desde la frontal, con la derecha, zapatazo potente y a media altura que Bono tocó pero que no pudo despejar. Golazo, 2-1, victoria del Real Madrid... y celebración a lo Cristiano Ronaldo pidiendo calma.
Hace bien, porque hay motivos para la calma con un jugador como Vini. Con un jugador decisivo, resolutorio. Con un futbolista que aparece cuando más falta hace e incluso cuando no está tan bien como de costumbre. Tres puntos más, liderato una nueva semana... y Vinicius que está en plan Balón de Oro en el futuro.