Un tiroteo que desataba el panico en mitad de una tangana. Tres disparos desde la grada hacían temer lo peor, una mujer intentaba frenar al tirador mientras algunos jugadores huían del campo.

La policía intenta identificar al sospechoso, un delito por el que le podrían caer entre dos y cuatro años de prisión. La policía no cree que apuntase a nadie, pero de demostrarse lo contrario sería intento de homicidio.

Todo por la locura de un hombre que sembró el pánico en Brasil.