No es como empieza. Tampoco como está a la mitad. Todo se resume y se reduce al cómo se termina. El Valencia empezó mal, y llegó más bien regular al ecuador del curso. Pero ha terminado con una sonrisa. Con la alegría de llevar a su afición no solo la clasificación para la Champions sino también un título. Una Copa del Rey que han conquistado ante el Barcelona en el Villamarín en una noche que ya es historia del valencianismo.
Y por eso la ganaron. Porque para ellos era historia mientras que para su rival, el Barça, era un trofeo más. Era una muesca más para su ya extensa colección de títulos en una temporada en la que, de nuevo, no pudieron saborear el caramelo más dulce que quieren llevarse a la boca: el caramelo de la Champions. Con eso en su mente, y a pesar de LaLiga, bien pueden haber terminado de forma más triste una campaña de alegría absoluta para los de Marcelino.
Salieron a hacer lo que tenían que hacer. Bien colocados en defensa, no dejaron el más mínimo hueco a un Barcelona que iba cual motor Honda en el McLaren de Alonso hace algunos años. Lento, muy lento el equipo de Valverde en ataque. Y previsible. Demasiado previsible. El Valencia tan solo tuvo que cerrar la zona del centro del ataque culé para neutralizar toda ofensiva. Y en ataque, a esperar y a correr hacia el área de Cillessen.
Rodrigo falló una clarísima en el minuto 4. Error grave, muy grave, de Lenglet, pero cuando un '9' tiene tiempo a veces su elección es incorrecta. Eso fue lo que le pasó, pues regateó al holandés en vez de tirar y dio tiempo a Piqué para llegar. Haría el 0-2 más adelante, tras un carrerón de Carlos Soler en el que Jordi Alba quedó retratado. De cabeza, el internacional español amplió ventaja.
Antes fue su compañero de faena el que marcó. Gameiro recortó en la frontal del área al propio lateral zurdo y con un derechazo puso el balón imposible para Cillessen. Y es que, con menos balón, el Valencia hizo una primera parte mejor que su rival. Valverde tomó nota y tras el paso por vestuarios hizo dos cambios.
Y también cambió la mentalidad del Barça. Ahora sí atacaban. Y mordiendo. Con peligro. Con Malcom por la derecha haciendo lo que Coutinho ni hizo por ningún lado. Y con Messi. Con Lionel Messi. Cuando el argentino la tocaba, algo podía pasar. Y algo pasó cuando Parejo se tiró al suelo lesionado. El Valencia perdió el control y los azulgranas aprovecharon.
Era cuestión de tiempo que llegase el 1-2. Lo marcó, quien si no, Messi. Saque de esquina que remató Lenglet y que rechazó Domenech. Con él ya superado, el argentino tan solo tuvo que empujarla. Parecía que la inercia iba a ser bastante, pero el Valencia aguantó cual veterano en finales de Copa para mantener a raya a su rival hasta los minutos finales.
En ellos ya no había más atacanque que Guedes. Rodrigo y Gameiro se fueron al banco para dar entrada a jugadores de corte defensivo. El portugués, solo y prácticamente exhausto, tuvo hasta dos ocasiones en dos contras para que los che vivieran tranquilos en el descuento. Falló las dos. La primera, un mano a mano ante Cillessen. La segunda, tras un corner al que subió a rematar el holandés. No podía ni correr y tiró desde el mediocampo.
Fue lo último que sucedió en un césped en el que el Valencia celebró una Copa del Rey y puso fin a una temporada en la que comenzaron mal y continuaron regular, pero que han terminado logradon todos los objetivos planteados al inicio del curso. Sobresaliente para los che en un día, y una noche, de fiesta y júbilo en la ciudad del Turia.
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