El Atalanta, que juega la Champions en San Siro porque su estadio no tiene la homologación correspondiente para la competición, se disponía a enfrentarse al Dinamo de Zagreb en la quinta jornada de la liguilla para este grupo C.

Los visitantes, terceros en el grupo, acudían con 4.000 aficionados croatas para enfrentarse a los colistas, y más allá de la derrota que sufrieron a la postre por 2-0, el protagonismo estuvo a las puertas del estadio. Porque unos graves incidentes entre radicales de los dos equipos dejó tres heridos, y entre ellos, un padre y su hijo que acudían al estadio a ver el partido.

Ultras cuerpo a cuerpo enfrentándose en las puertas de San Siro, propinándose puñetazos y patadas. Esa es la imagen lamentable e inherente al fútbol que se vio ayer en Milán.