Simeone ha cambiado la historia del Atlético. No sólo por los títulos, ni por las dos finales de Champions League, sino porque en cualquier otra época el Atlético no habría ganado en Eindhoven. El Atlético, otro Atlético, habría caído ante el PSV. Pero este Atlético, el de Simeone, gana y sabe ganar en las buenas y en las malas. Gana y sabe ganar cuando sonríe y cuando sufre. Sufrió, y mucho, ante el PSV en su primer partido de la fase de grupos, pero ganó. Ganó gracias a un gran gol de Saúl Ñíguez y a un Oblak que de nuevo estuvo imperial.
Y si ganar es lo más importante en el fútbol, al menos para algunos, el Atlético puede y debe irse a dormir feliz y contento por el resultado obtenido en el feudo del campeón de Holanda. Más aún debe hacerlo sabiendo que en su grupo está el Bayern de Múnich, mas mucho camino queda por recorrer y mucho por mejorar hay para evitar sustos innecesarios. Porque a punto estuvo de llevarse uno el subcampeón de Europa. A punto estuvo de, como sucedió hace dos temporadas, perder en un campo en el que no se puede perder con el gigante bávaro al lado.
Para empezar, gol anulado por aún no se sabe por qué a De Jong que habría supuesto el 1-0 en contra, y el por ello aumento de la dificultad a la hora de batir a un Zoet que en 180 minutos de octavos en la pasada Champions dejó su arco a cero ante los rojiblancos. Susto, susto en una acción a balón parado. En una acción en la que el Atlético es maestro tanto para atacar como para defender. Sin embargo, el trencilla decidió no dar validez al tanto y el encuentro siguió igual.
Golazo de Saúl y Oblak a escena
Siguió con el Atlético teniendo ciertas dificultades para encontrar el ritmo del partido y con un PSV que se sentía relativamente cómodo en el césped. Un partido igualado, uno que bien se podía desnivelar en una acción individual, en una jugada aislada o, como en el gol mal anulado a De Jong, a balón parado. Se unieron las tres, pues Saúl apareció tras un saque de esquina para poner, con una diana que bien podía ser una técnica de karate, el cuero en la red de Zoet.
La mitad del trabajo estaba ya hecho. Portero rival batido y cuestión de que Griezman y un Gameiro que sigue negado cara a puerta perforaran de nuevo las redes locales. No se cumplió, y como no se cerró el partido llegó el turno de Jan Oblak. Lo primero que hizo fue parar un penalti, uno inexistente, a Andrés Guardado. Lo segundo fue mantener el 0-1 en favor de los rojiblancos cuando más sufrían los de Simeone. Cuando se acercaba el final del encuentro y cuando el PSV se fue con todo arriba.
Los deberes en Holanda, realizados
Lo paró todo, y quién sabe si también hubiera sido capaz de detener el claro penalti por manos de Godín que el árbitro no vio. Sea como fuere, el hablar de 'y si' no es lo que toca para el Atlético en este partido. Lo que le toca al Atlético es hablar de los tres puntos, del debut en Champions con victoria y en analizar el triunfo para seguir el camino de Cardiff. Queda mucho, pero los rojiblancos ya han dado el primer paso para llegar a octavos.
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