Le costó al Barça. Le costó mucho al Barça. A un Barça que jugó contra diez durante muchos, muchísimos, minutos. Pero le costó ante Las Palmas. Le costó pero lo logró. Fue gracias a un gol de Raphinha, un tanto que llegó precedido con una de esas acciones que Joao Félix. Que el luso hace, que sabe hacer, y que están haciendo disfrutar a la hinchada azulgrana durante esta temporada.

Porque bien se sabe de lo que es capaz. De cómo maneja la bola el 14 de los culés. De esos movimientos y clarividencia que, cuando quiere, luce en el verde. Sí, es inconsistente, pero también es un mago. Y magia es lo que hizo ante Las Palmas.

Fue en el minuto 60, con un Barça atascadísimo frente a un equipo con diez por la roja directa a Valles, arquero canario. A pesar de estar en superioridad numérica, nada. No había manera. No eran capaces de superar el muro amarillo de García Pimienta... hasta que apareció Joao.

Cogió la bola. Condujo con ella mientras miraba al horizonte para poner un pase de lujo por encima de la defensa canaria. Ahí, con sutileza, puso el balón perfecto para un Raphinha que tan solo tuvo que cabecear ante Aarón.

Llevaba tan solo tres minutos en el campo. Saltó por Fermín, e hizo lo que Xavi esperaba que hiciera. Poner claridad. Poner sentido. Poner la que es su sexta asistencia del año. Su sexta asistencia como culé en LaLiga.

Luego no pudo atinar con una jugada que era más fácil que acabara dentro que en el larguero y en el palo. Dio en los dos, cuando tan solo tenía que empujar a las redes un envío lateral. Intentó superar por arriba a Aarón. Tan arriba que puso el disparo en la madera. No hubo sentencia.

Porque al Barça le costó. Mucho. Le costó más de lo esperado sabiendo que jugaba ante diez desde el minuto 27. Por el gol que falló Joao Félix. Por los que anularon a Lewandowski y a Raphinha. Sí, le costó mucho al Barça... pero los tres puntos se quedan en la Ciudad Condal. Al final, es lo que importa. Lo que más importa.