El tiempo pasa rápido. Parece que fue ayer cuando Florentino Pérez y Daniel Levy protagonizaban uno de los veranos más movidos del fútbol. Cuando negociaban, con la dureza conocida por todos del propietario del Tottenham, el pase de Gareth Bale al Real Madrid. Pero no, no fue ayer. Fue en 2013, y justo hoy 14 de septiembre se cumple un lustro del debut del galés con los blancos. Y lo hizo a lo grande.

Con gol, marcando al Villarreal para dar comienzo a un curso en el que se haría con la Copa del Rey y con la Champions. Con la ansiada Décima en la que, además, fue protagonista. Su gol, el 2-1 en la prórroga, supuso el comienzo del fin de un Atlético cansado que vio cómo Ramos les dejaba sin su sueño en el 93'. Además, su carrera ante Bartra en Mestalla para dar el título copero a los de Ancelotti está entre los grandes goles de las finales del torneo del K.O.

Un inicio que bien hace pensar que los alrededor de 100 millones pagados por él no eran tantos como parecían. Más dinero del que costó Cristiano, un Cristiano que aun con el galés seguía siendo el líder del Real Madrid. Sin él, Gareth debe recoger el testigo y sumar unos galones que ya tendría... de no ser por las numerosas lesiones sufridas por el 11.

Unas que ahora, con el trofeo de Mejor Jugador del mes de agosto en LaLiga, parecen olvidadas pero que no lo están tanto. Y no lo están porque lejos de ir su rendimiento en aumento, en cada una de los cursos en los que el galés ha vestido de blanco ha estado en cuestión por su forma física. No en vano, son 19 las lesiones que, sumadas, le ha tenido más de un año en el dique seco.

De ser indiscutible pasó a ser uno más. De soñar con la final de Champions en Cardiff, su casa, pasó a no jugarla y a ver incluso cómo comenzaba la conquista de la 13ª en el banquillo. Sin embargo, sumó minutos, y de calidad fueron pues con su espectacular chilena y con un tiro que Karius se comió le dio la Orejona a los blancos.

Quizá fue un presagio. Quizá fue lo que Gareth necesitaba para dejar atrás las lesiones, sobre todo en el aspecto mental y anímico, que tanto le han perjudicado en su carrera. De momento va por el buen camino, y su quinto cumpleaños de blanco no puede ser mejor: sano, goleador y liderando el ataque del Real Madrid.