El fútbol como deporte rey debería ser el reflejo, el espejo de valores tan necesarios como la igualdad, la tolerancia y el respeto. Sin embargo, tristemente atendemos en alguna ocasión a episodios que nada tienen que ver con las ideas que debería llevar el deporte por bandera, tal y como enunciaba Megan Rapinoe en la celebración del título Mundial femenino.

El último capítulo racista se produjo en Alemania. El partido amistoso que enfrentaba al Bochum, equipo de la segunda división alemana, y al St. Gallen, equipo de la primera división suiza, copó los focos de la atención mediática debido a los insultos que sufrió Jordi Osei-Tutu, jugador del Arsenal cedido en el Bochum, por parte de un jugador del equipo rival, Slimen Kchouk.

Este vergonzoso incidente provocó que a escasos dos minutos del término de la primera parte, el jugador inglés tuviera que salir llorando del terreno de juego. Tras este altercado, el Bochum emitió un comunicado condenando los insultos hacia Jordi Osei-Tutu.

"El Bochum condena vehementemente todas las formas de racismo. Jordi, estamos contigo. El incidente en el partido amistoso de ayer ante el St. Gallen será analizado por todos los participantes. El club se reserva el derecho a tomar más medidas", ha sentenciado el club alemán en sus redes sociales.

Ahora solo queda por ver si el conjunto suizo condena y sanciona los actos deleznables de su jugador, Slimen Kchouk, en relación a los hechos ocurridos con Jordi Osei-Tutu.

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