Quédense con sus caras y apréndanse bien sus nombres porque el Mundial Femenino de este año va a ser una cita histórica. Se espera 1.000 millones de espectadores. "Está siendo todo un boom con los países involucrados, fans...", explica Laura del Río, del Comité de Fútbol Femenino de AFE.

Pero aun así, las diferencias con la competición masculina aún son abismales. A pesar de que la FIFA ha duplicado la inversión, los premios serán 13 veces menor que las cifras del Mundial de Rusia 2018.

Los patrocinadores esta vez se esfuerzan en equilibrar la balanza. En España, por ejemplo, las jugadoras han recibido un coche donde podrán colocar la taza que se les entregó en 2015. Los salarios siguen siendo un peldaño. Pocas selecciones se animan a igualarlos.

Este año se suma Sudáfrica. En España desde 2018 se lucha por conseguir la firma de un convenio colectivo: "Realmente no son cochazos y no queremos grandes sueldos, que si vienen maravilloso, pero lo que queremos es practicar nuestro deporte en unas condiciones dignas", asegura Laura del Río.

Las alemanas, tras reivindicar sus numerosos éxitos, han conseguido que la Federación les pague una prima récord si se hiciesen con el título. Pero no todo son números, esta vez pisan césped natural aunque no podrán entrenar en los campos donde jugarán el día antes del encuentro. Ellos sí lo hicieron.

Motivos suficientes que llevaron a la mejor jugadora del mundo a no querer participar en este mundial como protesta.