El Atlético sigue sumando por victorias sus partidos en 2017. Los rojiblancos, tras el triunfo en Copa ante Las Palmas, sumaron tres puntos complicados y trabajados ante el Eibar en Ipurúa. Un 0-2, sufrido 0-2, hizo sonreír a los de Simeone gracias a los tantos marcados por Saúl y por Griezmann.

Le costó, y mucho, al Atlético. La primera parte de hecho fue un desastre. Un desastre tanto de Eibar como del cuadro de Simeone en una batalla en la que los armeros salieron ganando al menos malo. Fútbol poco. Ocasiones pocas. Y tan solo Inui se divirtió haciendo una y otra vez un roto a Sime Vrsaljko. El croata no sabía por dónde le venía el japonés, y era en botas del nipón, y por una congelada banda izquierda, por donde más cómodos se sentían los vascos.

El Atleti, por su parte, nada. La banda derecha no existía. Giménez, hoy de mediocentro, ni destruía ni creaba. Griezmann, perdido. Y Torres, de cero. Los rojiblancos eran incapaces de hilvanar una sola jugada de peligro y tampoco conseguían deshacer las intentonas del Eibar. Los de Mendilibar las tuvieron, y pidieron un penalti por manos de Vrsaljko que el árbitro no apreció como tal. Sólo un disparo de Griezmann, que ni fue a puerta, dio algo de luz al Atlético.

Una luz insuficiente. Imprecisión absoluta en el juego de los madrileños, en una petición de socorro para que llegara el descanso y para recibir instrucciones de Simeone. Lo necesitaban, y les vino de lujo, porque a pesar de que el partido seguía impreciso al menos en el desorden el Atlético comenzó a mandar. Por primera vez en toda la tarde, el campo se desniveló hacia el arco de Yoel y, por primera vez, el Eibar daba sensación de debilidad.

Fuera de juego de Saúl

En la primera llegó el gol. Un gol que no debió subir al marcador pero que subió. Jugada de estrategia, córrner en corto con pase a Filipe y un centro medido del brasileño para que Saúl, con la cabeza y en fuera de juego, mandara la bola a la red. Volvió la eficacia de cara a puerta, con una llegada y un 0-1 que hizo que los huecos comenzaran a aparecer por Ipurúa.

Salió Gameiro, por un Torres negadísimo que no aportó absolutamente nada ni en defensa ni en ataque. El galo, que sigue teniendo una asignatura pendiente con la precisión, animó y mucho las cosas en la parte ofensiva del Atleti. Rápido, veloz, con mordiente y con ganas. Y con inteligencia. Así provocó el 0-2 de Griezmann. Antoine inició jugada, se movió el 21 y, de primeras, se la devolvió al 7 para que anotara el tanto de la tranquilidad.

Una tranquilidad trabajada, con muchísimo sudor y muchos kilómetros en las piernas de los jugadores. Noticias positivas para los rojiblancos, como son dejar la portería a cero y de ver de nuevo a Griezmann marcar. Y no tan positivas en cuanto a juego, impreciso, en Torres y en un Giménez que no es mediocentro. Tres puntos para el casillero del Atleti ante un Eibar peleón que tendrá la sensación de haber dejado escapar un premio mayor.