Junio de 2020. El fútbol, como el resto de la sociedad, se encuentra en jaque sanitario y económico por la eclosión de la pandemia tres meses antes. Sin embargo, la cuarentena no frena el lío de despachos en el FC Barcelona.

Leo Messi, con contrato vigente desde 2017 a razón de 74,9 millones de euros netos al año, negocia la prolongación del mismo con la antigua junta de Josep María Bartomeu.

Pasan los meses, no llega el acuerdo pero sí un burofax del argentino que pide al club de su vida que le deje abandonar el barco a un mes del cierre de mercado.

Bartomeu se niega, Messi pasa una temporada aciaga en la Ciudad Condal y, en junio de 2021, finaliza la vigencia de su rúbrica que solo fue la antesala de un adiós que tenía muchas aristas.

Estas se han ido destilando poco a poco... hasta que ha terminado de reventar la 'burbuja'. Tal y como publica 'El Mundo', la falta de acuerdo entre club y jugador radicó en las desorbitadas exigencias del rosarino para renovar.

Una cláusula irrisoria de 10.000 euros (antes era de 700 millones), palco privado en el Camp Nou para su familia y la de Luis Suárez, vuelo privado para toda la familia Messi en Navidad, cláusula de impuestos para percibir más en caso de que las tributaciones ascendieran y la obligatoriedad de recuperar los recortes por la pandemia en los años siguientes con intereses del 3% eran solo algunas de las peticiones del '10'.

"Que sientan el peso de la espada sobre su cabeza", llegó a escribir el padre y representante, Jorge Messi, juntos sus abogados al expresidente Josep María Bartomeu.