Los Cavaliers han vuelto a caer ante los Warriors. Todo ello pese a un gran LeBron James, que lideró a los de Cleveland partido tras partido. Ahora, el alero confiesa que jugó con una mano rota desde la primera derrota en el Oracle Arena.
"Para nosotros hubiese sido importantísimo ganar algún partido fuera de casa. Por nuestro juego y las acciones que se dieron estuvimos muy cerca. Sentí que nos habían quitado ese partido", dijo LeBron en rueda de prensa, donde se presentó con una protección en su mano derecha.
Al parecer, LeBron James acabó muy enfadado ese primer partido y, fruto de su ira, dio un puñetazo en la pizarra del vestuario, lo que provocó una fractura en su mano derecha. "Después de lo que pasó pude dar lo mejor de mí y jugar con la mano prácticamente rota en los últimos tres partidos".
El alero ha promediado 28,3 puntos por partido estas Finales, donde ha tenido que tirar más que nunca él solo del carro de los Cavaliers. No fue suficiente y ahora espera un verano muy largo tras el que puede haber sido su último partido con la camiseta de Cleveland.