La noche del draft en la NBA siempre se caracteriza por el absoluto caos en los traspasos. Y en esta edición, retrasada varios meses por el parón propiciado por el coronavirus, no podía ser menos. Uno de los protagonistas de la madrugada fue el español Ricky Rubio.

Horas después de su traspaso a Oklahoma City Thunder, con enfado incluido con Phoenix Suns, su anterior franquicia, el base volvió a cambiar de equipo. Aunque esta vez seguro que con otra cara. Su vuelta a casa se ha completado.

Rubio jugará en los Minnesota Timberwolves, equipo en el que aterrizó en la NBA hace ya más de una década. Allí disputó un total de 353 partidos promediando más de 10 puntos por partido y 8,5 asistencias. Unos números notables en las seis temporadas que vistió esta camiseta.

El base regresa al equipo con un baloncesto mucho más maduro y habiendo mejorado su gran talón de Aquiles: el lanzamiento desde la larga distancia. Su papel en los Wolves se espera fundamental para una franquicia joven que espera regresar a los playoffs cuanto antes.

Y es que los de Minnesota también se han hecho con el número 1 del Draft de este año: Anthony Edwards. Un número uno que se une a otros dos jugadores que ocuparon el principal puesto de la elección en el pasado: D'Angelo Russell y Karl-Anthony Towns.

Rubio podría partir desde el banquillo, por detrás de Russell, aunque no se descarta que ambos puedan compartir pista. Un proyecto joven, ilusionante, que aspira a regresar a las rondas finales.