Más que un camino, fue un calvario. El Mago de Oz se estrenó hace 80 años, pero hasta que vio la luz fue lo más parecido a estar en el infierno.

Participaron 14 guionistas y cinco directores, aunque solo Víctor Fleming salió en los créditos. También fue muy complicado encontrar protagonista. Pensaron en Shirley Temple, pero estaba contratada por Fox.

El rodaje en sí estuvo lleno de problemas y peligros. Hubo dos actores que interpretaron al hombre de hojalata. El primero tuvo que dejarlo porque cayó gravemente enfermo y estuvo al borde de la muerte.

Se intoxicó por inhalar el polvo de aluminio que llevaba su maquillaje y lo tuvieron que cambiar. Al actor que interpretó finalmente al personaje se lo aplicaron como una pasta para que no hubiese riesgo de que lo respirase.

Pero la que peor lo pasó fue Margaret Hamilton, la bruja mala del oeste. También tuvo que pasar por el hospital al sufrir graves quemaduras. En esta escena tenía que estar en medio de un círculo de seguridad y que el fuego la rodease, pero lo calcularon mal y acabó chamuscada. Y después de terminar el rodaje conservaba una sospechosa tonalidad verde que tardó meses en desaparecer.

Incluso la nieve pudo darles problemas. Ninguno se quejó años después del rodaje, pero el equipo usó amianto para simular los copos en esta secuencia. Estéticamente quedaba muy bien, pero era peligroso.

Ni los adorables munchkins se libraron de dar problemas. Eran una compañía de 200 enanos contratada por un promotor de una compañía de circo de liliputienses. Se hicieron famosos por salir mucho y trabajar poco.

Pero ni munchkins, quemaduras o envenenamientos pudieron con Dorita, Totó y sus amigos. Eso sí, respiraron muy tranquilos cuando, por fin, regresaron a casa.