"Me metieron seis años en el corredor de la muerte. Me amenazaron, me torturaron con la promesa de la ejecución. Perdí mi trabajo, perdí a mi esposa, perdí mi reputación. Perdí mi... perdí mi dignidad". Con estas palabras, Walter McMillan denunciaba, tras demostrarse su inocencia, la persecución política y racial a la que le habían sometido sin posibilidad de defenderse.

La razón: un día de noviembre de 1986, tras el asesinato de una mujer blanca en Monroeville, McMillian, que se encontraba junto a su familia en aquel momento, fue acusado de asesinato. Había testigos que podían corroborar su coartada. Y sin embargo, en 1989, tras un escandalosos juicio de escasas horas y rodeado de coacciones, McMillan fue condenado a muerte por asesinato.

Es el desalentador y conmovedor relato al que el abogado Bryan Stevenson regala una potente voz en su libro 'Por compasión. La lucha de los olvidados de la justicia en Estados Unidos'. En el escrito, Stevenson pone de manifiesto el salto de las reglas y leyes de la justicia norteamericana. Esto es, la omisión de una justicia como equidad que condena sin miramientos a los más débiles.

'Por omisión' tiene por objetivo denunciar el cómodo silencio de una sociedad que ha sentado las bases de un modelo que tiende aún al racismo y a la intolerancia y las formas insolidarias en sus clases más bajas. En palabras del propio autor, "trata sobre la facilidad con que condenamos a la gente en este país y la injusticia que creamos cuando permitimos que el miedo, la ira y el alejamiento den forma ala manera en que tratamos a los más vulnerables".

Precisamente, dice Stevenson que descubrió estos conceptos, relacionados casi de forma intrínseca con la estructura político-social estadounidense, cuando comenzó con el caso de McMillian. "No existían pruebas contra él, pero era un afroamericano que había tenido una relación adúltera con una mujer blanca, lo que signifiba que era temerario y posiblemente peligroso. A pesar de no tener antecedentes penales y sí una buena reputación, quizá aquello bastara como prueba".

Si bien Stevenson ha logrado la exoneración de docenas de prisioneros condenados, entre ellos McMillan, entiende insuficiente su lucha frente a una justicia que mira más por los privilegios e intereses y la comodidad de un sistema judicial y presidiario que moldea a acusados y condenados como entes sin posibilidad de ser rehabilitados y destinados a consumirse hasta el fin de sus días entre crímenes; incluso, de aquellos que ni siquiera se han cometido