En un blog, Moses explicó que no podía "quedarse callado" mientras condenan a su padre por "un crimen que no cometió" y que comparte ahora su historia a la espera de que "la verdad tenga un juicio justo".

La acusación de Dylan contra su padre salió a la luz en 1992, en medio de la tormentosa separación de Allen y Farrow, pero la Justicia decidió no procesar al cineasta tras una investigación.

Dylan reafirmó la acusación en 2014 y dio su primera entrevista en televisión sobre el tema, en medio de la cascada de casos de agresión sexual en Hollywood y el impulso de los movimientos 'Me too' y 'Time's Up'.

Según relata Moses sobre el supuesto día de los hechos, el 4 de agosto de 1992, Mia Farrow llevaba un tiempo "furiosa" porque sabía sobre la relación que mantenían el cineasta y su hija adoptiva, Soon-Yi, entonces de 21 años, y con la que se acabó casando.

Ese día había cinco niños y tres adultos en la casa y "nadie habría dejado que Dylan saliera con Woody" de la sala de televisión, por lo que "la narrativa tuvo que cambiarse" al ático.

Negó que allí hubiera un tren eléctrico, que ella alega haber observado durante el abuso, porque además el ático era un "entrepiso sin acabar", con clavos, tarimas y fibras de vidrio al aire donde no había espacio.

"Durante meses, Mia había estado taladrándonos la cabeza como si fuera un mantra: Woody era "malvado", "un monstruo", "el demonio", y Soon-Yi estaba "muerta para nosotros", recuerda.

Moses subraya que Mia intentaba proyectar una imagen de hogar feliz con sus hijos biológicos y adoptados, algunos de ellos con discapacidades, pero entre esas cuatro paredes "la realidad era muy diferente".

Así, asegura haber visto a "hermanos, algunos ciegos o discapacitados físicamente, siendo tirados por una escalera, lanzados a una habitación o armario, y después encerrados con llave desde fuera", entre los cuales Soon-Yi era una "frecuente cabeza de turco".