El 11 de diciembre de 1936, Miguel de Unamuno, recluido a la fuerza por las tropas sublevadas en su vivienda de la calle Bordadores de Salamanca, advertía lo siguiente: "Escribo esta carta desde mi casa, donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén, no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí, en mi casa". Pocos días después, en la tarde del 31 de diciembre, el intelectual vasco moría de forma repentina en su domicilio, con el falangista Bartolomé Aragón como único testigo del momento.
¿Qué sucedió en las últimas horas de vida del intelectual vasco? ¿Qué o quién provocó su arresto y posterior cautiverio? A estas y otras tantas preguntas que aún rodean la figura del intelectual intenta dar respuesta el cineasta Manuel Menchón con 'Palabras para un fin del mundo', película documental que ahonda en la vida y obra política e ideológica de Unamuno. Se presenta este domingo en la Seminci de Valladolid y verá la luz el próximo 13 de noviembre.
A través de archivos históricos y el legado de la propia familia, el largometraje revisa y cuestiona algunos aspectos del relato oficial que se ha generado en torno al escritor a través de los años; sobre los sucesos clave que envolvieron su vida para denunciar "la orquestación de una de las más elaboradas 'fake news' de toda nuestra historia". Es decir, cómo maniobró el franquismo para adherir el pensamiento de Unamuno a la causa sublevada.
¿Venceréis... pero no convenceréis?
Lo acontecido en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 supone una de las primeras dudas en las que pone el foco 'Palabras para un fin del mundo'. Unamuno llega a octubre de este año "criando mala sangre". Rechaza ya la República que él mismo proclamó en abril de 1931 tanto como su temprana y corta simpatía por la sublevación. La guerra y la cruenta represión en Salamanca le lleva a lamentar la muerte de un país desde sus extremos. Dice: "Yo, que he acusado a mis compatriotas de haberse vuelto locos, siento que me envuelve su locura".
La detención y ejecución entre otros de sus amigos Salvador Vila, discípulo predilecto, y Atilano Coco, pastor protestante de la iglesia anglicana, empañan aún más su apuesta por la regeneración de España a través del bando golpista. Su defensa se torna en duras críticas que le acarrean graves consecuencias. De ello son testigos los presentes en el Paraninfo de Salamanca el 12 de octubre, día en que se celebró la llamada 'Fiesta de la Raza' (ahora Día de la Hispanidad) contra la que Unamuno carga por su nombre y carácter.
Días antes del evento, la esposa de Atilano Coco traslada al intelectual una carta clave en la que le pide que medie para la liberación de su marido, que aún no ha sido asesinado. La importancia de esta misiva radica en el reverso de la misma, donde Unamuno escribió una serie de notas improvisadas para su intervención en el Paraninfo.
Aquí es donde entra en juego el documental, que asegura haber realizado una "reconstrucción fidedigna del enfrentamiento" de Unamuno con Millán-Astray con "el único testimonio en el momento de los hechos"; el de Ignacio Serrano, catedrático de Derecho Civil de la Universidad y un "testigo de primer nivel y contrastado rigor" que ese 12 de octubre transcribe a modo de acta las intervenciones de quienes hablan allí. Se trata de la misma fuente a la que acudió el matrimonio de Jean-Claude y Colette Rabaté para comentar la reedición de 'El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la Revolución y la Guerra Civil españolas', escrito por Unamuno.
Vencer no es convencer. Conquistar no es convertir. El mayor peligro es que la ramplonería iguale a los dos bandos"
Esto es lo que Serrano recoge de la interlocución de Unamuno en el Paraninfo: "Ya no puedo callarme, sobre todo después de las palabras en contra de los catalanes y vascos. […] En este torbellino de locura colectiva hace falta imponer una paz verdadera de convencimiento, pues no se oye sino voces de odio y ninguna de compasión. […] Vencer no es convencer. Conquistar no es convertir. Y eso que algunos llaman sin ningún fundamento la 'antiEspaña' es tan España como la otra. El mayor peligro es que la ramplonería iguale a los dos bandos".
La investigación que precede al largometraje precisa que cotejó este documento con otros escritos de Unamuno; entre ellos, el que aparece en el reverso de la carta que le envió la esposa de Atilano Coco. De esta manera puede afirmar, como ya plantearon los Rabaté, que al menos las ideas expuestas en ambos textos coincidían. Como la de Unamuno, 'Palabras para un fin del mundo' recoge de igual manera la interrupción y breve respuesta de Millán-Astray: "Los catalanistas morirán, y ciertos profesores, los que pretendan enseñar teorías averiadas, morirán también. Muera la intelectualidad traidora, viva la muerte. Viva Franco. Viva España".
Bartolomé Aragón y el 31 de diciembre
También los últimos meses –y especialmente las últimas horas– de vida de Unamuno desde que su confinamiento forzoso resultan de especial interés para Manuel Menchón, que trata de generar un debate en torno a su repentina muerte en compañía del falangista Bartolomé Aragón. En este momento, el escritor es consciente de la gravedad de su situación y deja plasmado este pensamiento en sus últimas cartas: "A mí no me han asesinado todavía estas bestias al servicio del monstruo. Que vengan a asesinarme, como a Salvador Vila".
Unamuno fallece en la tarde del 31 de diciembre. Junto a él se encuentra Aragón, joven director del periódico 'La Provincia de Huelva' y jefe de Prensa y Propaganda de la Falange en la ciudad andaluza. De él se dice que mantuvo una relación estrecha con el intelectual vasco, una versión que contradice el propio largometraje: "Al contrario de lo que nos han contado durante 85 años, jamás fue alumno ni discípulo de Unamuno".
En el documental se afirma que no hay constancia del expediente de Bartolomé Aragón en los archivos de la Universidad de Salamanca. Tampoco registro de menciones o citas referidas al susodicho por parte de Unamuno entre las más de 25.000 cartas que se conservan del escritor. Y se añade: "Las declaraciones de Aragón son confusas y a veces contradictorias". Esto lleva al cineasta a realizar una reconstrucción alternativa de lo sucedido a través de "datos y declaraciones contrastadas junto a documentos oficiales".
De esta forma, se manifiesta que aquel 31 de diciembre Aragón se ve con Esteban Madruga, actual rector de la Universidad y amigo íntimo de Unamuno, para asistir juntos al domicilio del escritor. Aragón –se dice– no ha estado en la casa del escritor: "No hay constancia, como sugiere el relato oficial, de que fuese asiduamente a visitar a Unamuno". Con el paso de los años se darán diferentes versiones sobre el motivo de su visita. Lo que sí se sabe es que, a última hora, Madruga anula la cita y Aragón acude solo a la casa del escritor. Allí no se encuentran ninguno de sus hijos; tan solo Aurelia, la asistenta, y el escritor.
"Un grito repentino alerta de nuevo a Aurelia. Bartolomé Aragón, fuera de sí, grita: 'Yo no le he matado'"
En este punto, el documental reproduce así –frente a la versión aceptada hasta ahora que aportó el propio Aragón– lo que sucede a continuación: Aragón y Unamuno se encuentran solos en el estudio de este. En un momento dado, la asistenta oye al intelectual proferir un grito (Es aquí cuando Unamuno habría declarado: "Dios no puede volverle la espalda a España ¡España se salvará porque tiene que salvarse!"). Poco después, escucha otro alarido y entra al estudio. Allí se encuentra a Unamuno tendido y a Aragón a su lado. Él, notoriamente nervioso, afirma: "Yo no le he matado". Según familiares y testigos, la muerte se produce en torno a las 18:00 horas. Pero el caso no se queda ahí.
Los hechos posteriores que recoge la investigación ponen en entredicho el relato histórico, tal y como se ha narrado hasta ahora. Menchón refleja, documentos en mano, que la hora de la defunción que se recoge en el certificado de sepultura difiere de la manifestada por los testigos. También, que se dictó la causa de la muerte, una hemorragia bulbar, sin haberse realizado ninguna autopsia previamente, lo que lleva a poner en cuestión los motivos del propio fallecimiento: "Ya en los años 30, una hemorragia intracraneal que produce muerte súbita se incluía en el concepto jurídico de 'muerte sospechosa de criminalidad', por lo que se tiene que realizar una autopsia judicial".
Al día siguiente se redacta el acta de defunción. Según se denuncia en el largometraje, Bartolomé Aragón no acude al juzgado ni firma como testigo. Tampoco ninguno de los familiares. En ese acta constaría además que el fallecimiento tuvo lugar a las 16:00 horas, antes incluso de que Aragón se viera con Unamuno. Mientras, ese mismo día, el 1 de enero de 1937, poco antes de cumplirse las 24 horas de su muerte, Unamuno es enterrado con honores falangistas. Al acto acuden importantes figuras del bando sublevado que –lamentan los familiares del escritor años después– pretenden culminar una intensa labor propagandística para hacer a Unamuno partícipe de aquella represión fascista que el escritor no dudó en criticar ni en sus últimas horas de vida.