Ya Homero hablaba de los souvenirs en 'La Odisea', así que con tantos años de historia es normal que cada vez se trate de innovar más en cuanto a regalos se refiere, aunque no siempre innovar vaya de la mano de acertar.

Si vas a Gibraltar, te llevas un mono de peluche. Si vas a Egipto, algo que parezca antiguo que seguramente esté fabricado ayer; en Barcelona te puedes comprar una flamenca para el salón, lo típico de la ciudad, y si vas a Córdoba... te llevas el olor de sus patios.

Los patios de Córdoba

Es lo que hizo una tiktoker. Le gustó el olor de la ciudad, le recomendaron un friegasuelos con olor a Patios de Córdoba y eso es lo que se llevó de recuerdo para toda su familia. La idea ha sido todo un éxito entre sus seguidores porque, desde luego, no es el típico souvenir que uno regalaría.

Peso si hablamos de recuerdos 'raros', en Santiago de Compostela, por ejemplo, venden joyas con agua de lluvia de la ciudad. No está mal.

Y ahora, si se atreven, atraviesen con nosotros esa puerta que nunca debió abrirse al "universo souvenir".

Mejor no me regales nada

¿Qué hay en Australia? Canguros. ¿Qué venden? Escrotos de canguro. En Rusia, las mastrioskas tradicionales se adaptaron durante el Mundial de Fútbol con la cara de los jugadores. Porque esa es otra vertiente: el souvenir que captura un momento, no solo la esencia de una ciudad.

Ya sea la visita del papa a Madrid durante las Jornadas Mundiales de la Juventud en 2011, donde vimos desde galletas con el pontífice hasta gafas de sol, abanicos y cualquier producto imaginable; o los diferentes enlaces de la familia real británica. Ellos son expertos en plasmar la cara de los 'royals' a cualquier producto. Incluso a cajas de condones.

Otras veces, los souvenirs se popularizan por otras razones. Las réplicas de la catedral de Milán se vendieron como churros en 2009 cuando un hombre agredió con una de ellas a Berluconi, que acabó ingresado en el hospital varios días.