Robos de guante blanco
Grandes robos en España: cuando los tesoros del Prado, el Palacio Real o el Reina Sofía desaparecieron sin que nadie lo notara
La otra cara Si el Louvre ha sufrido robos que asombran al mundo, España no se queda atrás: desde joyas del Prado hasta manuscritos y esculturas modernas, nuestros ladrones también actuaron con paciencia, ingenio y descaro, dejando historias que parecen sacadas de una película.

Resumen IA supervisado
España ha sido escenario de robos de arte que destacan por su audacia y sofisticación. En 1918, el Museo del Prado sufrió el robo de 44 piezas del 'Tesoro del Delfín', con un ladrón que desmontó cuidadosamente piedras preciosas, aunque 11 joyas nunca se recuperaron. El 'Códice Calixtino' fue sustraído en 2011 por un exelectricista de la Catedral de Santiago y hallado un año después. En 2010, un cuadro de Sorolla fue robado del Museo Benlliure de Valencia, y una escultura de Richard Serra desapareció del Museo Reina Sofía en 2006, permaneciendo aún perdida. Estos casos reflejan el riesgo constante para el arte en España.
* Resumen supervisado por periodistas.
España también ha sufrido robos que harían palidecer a cualquier museo del mundo. Aunque no tan gigantescos como los del Louvre, nuestros ladrones han tenido estilo, paciencia… y bastante descaro.
En 1918, el Museo del Prado fue víctima de uno de los primeros grandes robos de nuestro país. 44 piezas del Tesoro del Delfín desaparecieron, y el ladrón se tomó su tiempo: desmontó piedras preciosas de copas y jarrones con cuidado, intentando que nadie notara los huecos. Al final, 11 joyas nunca aparecieron. Rafael Coba, platero y trabajador del museo, fue condenado por vender algunas piezas… pero el ladrón original nunca apareció.
El Códice Calixtino, una joya literaria de incalculable valor, también fue víctima de un robo inesperado. Manuel Fernández, despedido como electricista de la Catedral de Santiago de Compostela, decidió vengarse el 7 de julio de 2011 llevándose el manuscrito. Lo encontraron un año después, envuelto en trapos, en el garaje del propio ladrón.
A veces, las obras más pequeñas esconden los robos más intrigantes. Dos pinturas de Velázquez —'Retrato de una dama' y 'La mano del retrato del arzobispo Fernando Valdés'— desaparecieron del Palacio Real de Madrid sin forzar puertas ni activar alarmas. Pasaron 40 años hasta que se confirmó la desaparición.
En 2010, la ladrona del Museo Benlliure de Valencia se llevó un cuadro de Sorolla, 'El santero de la cofradía', con una facilidad pasmosa: estaba en un ángulo muerto de las cámaras de seguridad, así que solo tuvo que descolgarlo y salir con él bajo el brazo. Fue condenada a siete meses de prisión, y el cuadro apareció un año después.

No siempre se trata de obras pequeñas. En 2006, una escultura de acero de 38 toneladas de Richard Serra desapareció misteriosamente de un almacén del Museo Reina Sofía en Madrid. Ni se sabe cómo ni cuándo se la llevaron. Hoy en día, el museo exhibe una réplica… porque la original sigue siendo un misterio.
Estos robos muestran que el arte en España siempre ha estado en riesgo, y que algunos ladrones tienen más estilo y paciencia que muchos historiadores del arte. Porque cuando se trata de robar, en nuestro país también hay robos de guante blanco.
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