Ella era la 'princesa del pueblo' y consiguió lo que ningún otro miembro de la realeza británica había conseguido antes: acercar la Casa Real a la gente. Lady Di se ha convertido en uno de los personajes públicos más icónicos del siglo XX y por ello sigue siendo recordada hoy, 25 años después de su trágica muerte.

Ya que todas las cámaras apuntaban hacia ella, Diana las aprovechó para enseñarle al mundo aquello que no quería ver. En 1987, siendo todavía princesa, Diana de Gales visitó a enfermos de SIDA cuando aún se trataba de una enfermedad que estigmatizaba socialmente a quien la padecía.

Ella fue la principal responsable de que 156 países suscribieran en 1997 el Tratado de Ottawa, por el que se ponía fin a las minas antipersona. Pero Diana nunca llegó a ver cómo su lucha daba frutos, ya que falleció cuatro meses antes.

Una inusual trayectoria para una princesa de mirada tímida, nacida en la nobleza británica y elegida entre las jóvenes de la Corte para darle hijos al futuro rey y sonreír por el camino. Pero su matrimonio fue un auténtico infierno desde el mismo día de su boda.

Su estilo, clase y saber estar eclipsaron a una Casa Real deslucida y molesta con su popularidad que no tuvo más remedio que celebrar un funeral de Estado para ella, algo que no le correspondía tras su divorcio.