Mattel ha dado un paso más por la inclusión y por seguir evolucionando incorporando a su enorme colección la Barbie con síndrome de Down. Para no caer en estereotipos, el fabricante de muñecas ha trabajado conjuntamente con la Asociación de Síndrome de Down de Estados Unidos en su diseño. Todo está cuidado al detalle: empezando por su fisonomía, con un rostro redondeado, ojos almendrados, o la forma del cuerpo. Tampoco son casuales ni los colores, ni el estampado de su vestido. Han escogido el amarillo, el azul y las mariposas, porque representan la concienciación del síndrome de Down. Y en el colgante rosa que lleva, hay tres flechas que simbolizan la tercera copia del cromosoma 21.

Emocionada nada más verla, la modelo británica con síndrome de Down, Ellie Goldstein, aseguraba que se parecía a ella. "Es hermosa y le encanta".

Desde la marca, su vicepresidenta ejecutiva y directora global de Barbie and Dolls, Lisa McKnight declara que "están dedicados a combatir el estigma social y permitir que todos los niños se vean a sí mismos en Barbie".

En busca de la diversidad y fieles a su premisa desde 1959, de que todos los niños tengan una muñeca que les represente, han ido evolucionando sobre el diseño original.

Aunque han sido motivo de críticas en ocasiones, porque les costó deshacerse del físico perfecto de rubia, alta y delgada de su primera Barbie. En los últimos años ha ido evolucionando y adaptándose a las circunstancias, creando las barbies negras, en silla de ruedas, con vitíligo y con curvas. Han desechado los cánones de belleza establecidos de los 60 para sobrevivir en el siglo XXI.